viernes, 19 de diciembre de 2014

Acogeré

De Pepa Torres

Acogeré a quienes vienen del mar
O saltan la valla
Jugándose la vida en el intento,

perdidos, heridos, golpeados,
ante la indiferencia globalizada
de quienes juegan al golf impasibles

inhumanos…
Antes quienes legislan o acatan leyes
Que pretenden hacernos nuevos esclavos
 

Acogeré
Con abrazos y rebeldía cómplice
a quienes llegan con mirada perdida,
pero con brújula en su corazón insomne
y se mantienen erguidos, pese a tanto …..

Palmo a palmo acariciaré sus cicatrices
Y su dolor y mi memoria será infinita
para quienes nunca regresarán
engullidos en las aguas
o muertos a palos,
mientras en la distancia
Quedan los brazos vacíos
de tanto esperar.


Acogeré
A quienes llegan y portan sueños
De un mundo sin fronteras,
como nosotras a este lado…
para que sólo haya un lado.


Y nuestro abrazo será cómplice
y más poderoso que las alambradas
porque al grito de “Bossa”
Las desmantelaremos para siempre ….

 
 
                         Pepa Torres Pérez

                      (inspirado en un texto de Esteban Tabares)

domingo, 30 de noviembre de 2014

Corrupción, ética, espiritualidad.


Tonadilleras, presidentes de comunidades autónomas, consejeros de comunidades autónomas, tesoreros, exministros, ministras, alcaldes, concejales, políticos en general, presidentes de clubes de fútbol, futbolistas, consejeros de bancos, banqueros, empresarios, funcionarios públicos, sindicalistas...todos implicados en casos de corrupción.
Esta mañana, el gobierno ha propuesto su plan de regeneración democrática. En el discurso tanto de unos como de otros nos hemos encontrado con más de lo mismo: poca humildad a la hora de reconocer lo propio, dimes y diretes de acusaciones al contrario, defecto en la contundencia de las medidas tomadas... y sobre todo y lo más acuciante de nuestra política, escaso análisis de la verdaderas causas de los problemas.
Sin embargo ha habido algunas afirmaciones lanzadas que me dan pie a esta apresurada reflexión.
Por un lado, el presidente del gobierno, en ese intento de nuestra mala política de quedar bien con todos, ha hablado de que no existía una corrupción sistémica. Que los españoles no éramos unos corruptos, que la mayoría de la gente sentada en el congreso no lo era tampoco. Por otro lado, el líder de la oposición Pedro Sánchez, ha hecho una afirmación con la que estoy de acuerdo. Ha hablado de "la corruptibilidad" del ser humano sobre todo cuando está en órganos de poder. 
Creo que ahí está la clave. Lo que ha sido una afirmación en la que no ha profundizado constituye el punto neurálgico que habría que tener en cuenta. Posiblemente, me diríais muchos, que ese debate no sea el propio para un foro como al que nos estamos refiriendo. De acuerdo. Pero no es un tema baladí, sino todo lo contrario. Y quizás sea un debate que haya que dejarle a otros ámbitos pero, ¿por qué no? esos foros no podrían tener una representatividad importante a la hora de asesorar e informar a nuestros políticos. Espacios en los que personas relacionadas con el mundo de las ciencias humanas pudieran participar (filósofos, antropólogos, psicólogos, sociólogos...) 
¿Es la corruptibilidad una característica del ser humano y sobre todo cuando éste accede a centros de poder? Evidentemente sí. Y siento discrepar (una vez más) con el presidente Rajoy: los españoles le sumamos a esa posibilidad inherente a la parte egoica del ser humano unos rasgos culturales (en los que no he indagado demasiado) propios del área mediterránea que hacen que esa propensión (a las corruptelas, a medrar, al apego, a cepillar el hombro, a meter la mano en el bolsillo llena de lo público, a pisotear, a "amigarse" con el que sea para pillar, etc. etc) a la corrupción sistémica sea todavía más fácil.
Nos ponemos las manos en la cabeza y quizás tengamos que ponérnoslas, sobre todo cuando nos roban lo que es de todos. Pero, siento decir que de la actitud de fondo pocos nos libramos. Conozco a mucha gente cobrando el Per y que en la vida ha dado una peonada en el campo. (Por poner un ejemplo). Eso también es corrupción.
Por eso, insisto, el problema no se arregla sólo con leyes que la hagan más imposible, porque la astucia del ser humano para lo sucio es sorprendente. Ya lo dijo Jesús: " los hijos de la tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz" Lc 16, 8. El problema hay que atajarlo de fondo y para ello hay ir a la raíz. Un debate público con especialistas sobre el tema, un gabinete donde estas personas preocupadas por la ética, puedan tener un peso en las decisiones politicas una importancia radical en las escuelas por la educación en valores, iniciativas en las que se promueva el que la política y los políticos sean "iluminados" por un conjunto de ideas nacidas de aquí... y todo lo que se nos ocurra, constituyen ideas a tener en cuenta. Incluso promover a gente de estos foros para que puedan acceder a la política. 
Y vuelvo a mi terreno, una vez más. El espiritualidad tiene mucho que ver con todo esto. Una espiritualidad no dogmática ni nacida de una moral informada, sino una espiritualidad de la consciencia, del reconocimiento de lo sagrado del ser humano, de aquello inalienable a ningún otro poder y mucho menos al dinero. La espiritualidad del cuidado, de la ternura, de la compasión, del respeto por la naturaleza. Una espiritualidad que nos devuelve a nuestro lugar real en medio del cosmos, no como ombligos, sino como partes integrantes de una unidad que es únicamente rota por el egoísmo
Y, claro que propondría que gente venida del mundo de lo espiritual, estén presentes en lo político. No puede ser de otra manera. Así lo político recobrará su auténtica vocación de servicio al ser humano. Gente no sospechosa de integrismo, con una clara vivencia interior y una apertura suficiente para no creerse en posesión de la verdad, venida de distintas tradiciones religiosas y con una clara vocación al diálogo afectivo y efectivo, y gente que no viene de ninguna tradición religiosa pero que entienda que lo espiritual forma parte inherente y fundamental del ser humano.
No bastan las leyes (como en todo) si no hay consciencia y conciencia. La conciencia se forma por la consciencia, la conexión con aquello más real que somos: compasión, amor, belleza.
Ojalá algún día esto acabe por entenderse y por incorporarse al quehacer social. Sólo así será posible un plan de regeneración democrática.

martes, 18 de noviembre de 2014

¿Sexualidad y religión forman una buena pareja?

De José Arregui en Redes Cristianas

“¿Sexualidad y religión forman buena pareja?”. Así se anunciaba un debate en el que participé el pasado mes de agosto en Larzac, bellísimo altiplano de Occitania (Francia), donde pastan miles de ovejas y se fabrica queso Roquefort.

Podría decirse, siguiendo con el símil, que sexualidad y religión se llevaron bien al principio, durante mucho tiempo, hasta que la segunda quiso someter a la primera. La sexualidad se sentía habitada por el Misterio Sagrado: la presencia del otro, el placer del encuentro, el milagro de la nueva vida que nace. Pero también se sentía rodeada de amenazas: no hay relación sin conflictos ni hay vida sin muerte.
El conflicto y la muerte son el precio de ese maravilloso invento de la Vida –maravillosa aventura– que es la sexualidad en orden a crear nuevas formas y especies de vida cada vez más complejas; las células que se multiplican reproduciéndose a sí mismas son inmortales, pero nunca pasan de ser perpetua repetición de lo mismo. Y la Vida busca novedad y evolución, pero también desea la difícil armonía de las partes, y no quiere ser devorada por la muerte. Así pues, como la vida misma, la sexualidad está rodeada de misterio y de peligros. Y ambos la llevaron a acercarse a la religión.
¿Y la religión? La religión fue “al principio” una fuente de aliento, más que un sistema religioso. Un ámbito sagrado de comunión, un horizonte de confianza, un camino amplio y libre para acceder a los bienes más excelsos que la Vida intuía en el fondo de su aventura sexual: la dicha de la relación y la plenitud de la vida sin fin. Cuando digo “al principio”, no me refiero a un tiempo, sino a la hondura de la Vida.
La religión fue infiel a sí misma: se olvidó de ser atención, cuidado, aliento, y se volvió sistema. Las religiones se volvieron fortalezas de poder patriarcal, guardianas del orden, autoritarias y celosas. Quisieron controlar la sexualidad y someterla a sus creencias y supersticiones, a sus normas y tabúes, y reducirla a simple función de la reproducción, mirando con recelo, cuando no condenando, todo placer sexual que no se orientara a la reproducción. “Entonces”, la sexualidad rompió con la religión y la expulsó de su casa –su templo de carne–. Y así es en nuestros días. Todavía hoy, cuando la sexualidad se ha liberado incluso de la función reproductiva, las religiones se empeñan por todos los medios en seguir ejerciendo el control sobre ella, pero ya no lo consiguen más que en reductos marginales de un mundo pasado. La sexualidad ha roto con los sistemas religiosos, porque los sistemas religiosos han roto con la vida.
En el debate de Larzac se proyectó primero el film israelí Kadosh. Narra la tragedia de dos hermanas del barrio judío ultraortodoxo de Jerusalén. La mayor, Rivka, está casada con Meir, y no tienen hijos; el rabino decide que la Torah obliga a Meir a repudiar a su esposa, dando por sentado que la esterilidad es cosa de la mujer y que una mujer estéril es un cántaro rajado, inútil. La pequeña, Milka, está enamorada de Jakob, pero es obligada a casarse con Joseph, un joven rabino. Dos mujeres rotas. Solo podrá sobrevivir la que se rebele contra ese orden religioso fundamentalista, asfixiante.
“Me ahogo”, dice Milka. Deja la familia, sale de Jerusalén. Al fondo se divisa la conocida vista panorámica: la explanada del antiguo templo judío, la Cúpula Dorada y la mezquita Al-Aksa, las torres de las basílicas cristianas. ¿Qué es, pues, realmente Kadosh, santo? Es aquello que permite respirar. Es el amor, con transgresión incluida.
¿Pero cómo es que las religiones han acabado queriendo someter la sexualidad hasta asfixiarla, declarándola impura? “Al principio” no fue así, sobre todo en las grandes religiones monoteístas.

¿No leemos en la Biblia judía el Cantar de los Cantares, tan bello y desinhibido y tan poco “religioso”? ¿No ha reconocido el cristianismo en el amor carnal un sacramento de “Dios”? ¿No han exaltado los poetas musulmanes el erotismo más refinado en los tonos más líricos?
Pero no basta con apelar a los orígenes o a los textos sagrados, pues en los orígenes de todas las grandes religiones y en sus textos sagrados están presentes también el machismo, la homofobia y la repulsa del sexo. Las religiones deben eliminar esos y otros residuos de un mundo pasado, aunque “esté escritos” en sus textos sagrados. Solo así podrán volver a su verdadero “origen”, inspirarse en la Vida e inspirar vida.
Por José Arregi en Redes Cristianas

jueves, 13 de noviembre de 2014

No me gusta el anuncio de la lotería de Navidad

Sí, de nuevo a aguar la fiesta, y en este caso, nunca mejor dicho… Una amiga es la que me ha dado la clave publicando otro comentario al respecto. Había algo que no me gustaba. Por supuesto que también se me han humedecido los ojos, pero he sido consciente de que no era más que esa emotividad fácil y que no te convierte en más sensible sino que como mucho te demuestra que te haces mayor. El actor es muy bueno para qué negarlo. La música no la conocía y me encanta. Y todos los ingredientes necesarios para generar el fenómeno de que todo el mundo hable bien de él. Había que resarcirse del que hicieron el año pasado que fue un auténtico esperpento y que al menos despertó la creatividad sarcástica de todos aquellos que hicieron miles de chistes. Pero bueno… pufff, casi que no me atrevo. Voy a tocar algo tan metido en el imaginario y en la idiosincrasia nacional que es casi como criticar el fútbol. ¿Qué es una navidad española sin la lotería?. Forma parte destacada de toda la parafernalia ornamental de esos días. El canto de los niños con los que nos criamos, la cercanía de las fiestas del consumo y, ¡oh amigos!, para consumir hay que tener dinero. Qué mayor generosidad que la de regalar un décimo de lotería que encima está premiado. Todo el mundo feliz, y los cavas mojando las cámaras de la tele y las cabezas de los premiados. Habría que preguntar a los que ganaron la lotería hace dos años si siguen siendo felices. Igual sí. Me diréis que le cuente este cuento antinavideño a los que no llegan a final de mes o no pueden pagar la luz y el agua, o simplemente no tienen con qué alimentar a sus hijos. Pero quizás debamos acordarnos de lo de siempre, que no hay más navidad que esa, y por citar tan sólo un ejemplo: la de los que duermen en los portales (y no de Belén) de los bancos o piden en la puerta de los grandes centros comerciales y a los que no les toca la lotería. Pero está bien hacer fiesta, armar ruido, brindar con cava, comprar lotería, emocionarse con el anuncio porque nos creamos que la solidaridad es eso. Pero la solidaridad no es, básicamente, regalar un décimo de lotería, aunque esté premiado. La solidaridad desgasta más, aunque luego te agrande el corazón. La solidaridad necesita tiempo, tesón, lucha, que no te entiendan, que te desacrediten. La solidaridad tiene que ver con los comparten lo que tienen, no sólo su dinero, sino principalmente su vida. La solidaridad huele a abuelos dando de comer a sus nietos y los hijos que tuvieron que volver; a indignados activistas en la puerta de una casa para que no echen a la anciana que la habita; la solidaridad tiene que ver con aquellos que escuchan semana tras semana a los desahuciados del sistema, y sufren con ellos y pierden noches de sueño buscando cómo aliviar la desesperación; o con aquellos que deciden irse a vivir entre los empobrecidos para hacerse cercanos, vecinos en las penas y en las esperanzas y que se quedan a su lado a pesar de los conflictos, del ébola, de las catástrofes…; solidarios son los que acogen en su casa a los que no tienen techo, los que defienden en los parlamentos, a pesar de que eso les haga perder votos, los intereses de los que siempre cuentan menos (éstos no abundan mucho), solidarios son los que se quejan de los muros, de las vallas, de la falta de derechos en las prisiones… Pero la lotería nos hace olvidar por un momento que hay pobres porque interesa que los haya para que haya ricos cada vez más ricos. Nos hace olvidar que los problemas económicos se arreglarían si la codicia no fuera el motor que mueve la sociedad. Nos hace olvidar a todos aquellos que se llevan el dinero del resto de ciudadanos a veces con más gloria que pena. Habrá que festejar con los pocos agraciados por la diosa fortuna porque quizás nunca más volverán a estar tristes. Y olvidar con la espuma del champán la crudeza de lo real, y la responsabilidad de los responsables y la nuestra propia...
Si voy a Madrid, como cada año, le compraré a mi padre el décimo en doña Manolita.

domingo, 2 de noviembre de 2014

La muerte


Hace muchos años que no voy a un cementerio. La causa ha sido, una vez más, uno de estos eslóganes ideológicos de los que uno hace bandera por considerarse un antisistema y un "antitodo".
Pero hoy pensaba que si mi madre me pidiera acompañarla alguna vez ya no me negaría. Será que me voy haciendo mayor. O será que el personaje tiratapias va dando paso (con mucho trabajo y muy lentamente) a una esencia más serena, menos juiciosa con todo y con menos resistencias. No reniego de la formación recibida, de lo experimentado, de lo vivido con más o menos pasión. Todo va sirviendo enormemente para depurar, para desmarcarse. Pero cada vez tengo más claro que la ideología también esclaviza si no sabemos ver más allá de ella. 
Y de nuevo me estoy yendo por las ramas y alejándome del tema que quería reseñar un día como el de hoy: la muerte y los muertos. 
Tengo una amiga con autoridad para mí que dice que de las pocas cosas que podemos tener claras en la vida es de que nos vamos a morir y que, por tanto, tenemos que vivir incorporando esa idea a nuestro día a día. Entiendo que no desde una posición resignada, negativa y fatalista sino asumiendo las consecuencias que tiene el saber que, por mucho que hagamos y nos distraigamos, la muerte (al menos de esta forma a la que estamos tan apegados) es lo que nos espera al final de este trozo del camino que es el que ahora conocemos.
Hablar de este tema con tanta frescura hasta a mí me produce pudor. Y es que aunque los cementerios se llenen estos días (o precisamente porque se llenan estos días) hablar o considerar a esta compañera de camino sigue siendo el más tabú y prohibido de todos los temas, al menos en nuestra cultura (la mayor parte de nuestros esfuerzos son encauzados en alargar la vida, esta vida, o por disimular u obviar lo que es patente). 
Poner a la muerte y a los muertos que nos precedieron en su justo lugar es una tarea pendiente de nuestras sociedades occidentales. Nos vamos a un extremo o al otro tratando de sortear lo inevitable, sin haber comprendido que si lo inevitable tiene esa categoría es porque no puede ser de otra manera y si no puede ser de otra manera es que igual hasta es bueno para el ser humano o simplemente que la muerte es una meta volante para pasar a una dimensión más importante en la que entramos, como lo fue el mismo nacimiento.
Los dos extremos son: por un lado, el síndrome de la eterna juventud, (la búsqueda de su elixir, y la eliminación del sistema a todos aquellos a los que por su edad nos hacen recordar lo que no queremos ni ver); y por el otro, la situación de aquellas personas que cuando pierden a un ser querido se empeñan en permanecer en la tumba en un duelo sin fin, sin darse cuenta de que ni dejan descansar al muerto y de que ellos se han enterrado en vida.
La respuesta desde el Evangelio una vez más es clara y certera. "No tengáis miedo" "No está aquí" "No busquéis entre los muertos al que está vivo" "Ha resucitado". De nuevo una pedagogía a tener en cuenta y a no desdeñar. Quizás haya que ir al sepulcro para comprobar que la tumba está vacía. El duelo en el proceso de la maduración psicológica es fundamental. Hay que hacer duelo para madurar (no sólo los de la pérdida de seres queridos sino los de cualquier pérdida a todos los niveles). La prueba de la salud mental estará en la capacidad para retirarse de los sepulcros y darse cuenta de que la vida continúa. La vida nuestra en este mundo de las formas y, por supuesto, la Vida que no es vencida sino parida por la misma muerte. 
La oración por los difuntos es algo tan legítimo como el respeto a que mi madre vaya al cementerio a limpiar y cuidar los nichos. Lo esencial será darle a cada cosa su auténtico sentido. La oración por los difuntos debe ser el reconocimiento de que todo lo sembrado repercute en la vida más plena de los que todavía nos movemos en esta orilla, y por otro lado, el darnos cuenta de que siguen a nuestro lado desde la dimensión de la luz, iluminándonos desde ella, acompañando, cuidando.
Cuando Francisco de Asís es capaz de llamar a la muerte también "hermana", no es que haya en él una aceptación resignada del destino fatal del ser humano, sino una sabiduría presente en todos los sabios y maestros que no se resisten, sino que caminan sabiendo que todo esto no es lo definitivo. Cuando se aprende a vivir sabiendo eso, se vive de otra manera: sobre todo dándole a las cosas la importancia que tienen, viendo la relatividad de aquello que puede parecernos fundamental y problemático y más aún, viviendo el presente no como huida de un destino horrible, sino serenamente, saboreándolo todo con delicadeza, disfrutando del aquí y del ahora.
A lo largo de estos años he llegado a dudar de cosas que aquí no refiero por no escandalizar a nadie. Pero hay algo de lo que nunca he dudado, y es de que la muerte no es el final de mi vida. El concepción del después sí que ha ido variando, pero la certeza de que mi vida no está abocada a la aniquilación, a la desaparición sin más, ha estado siempre presente y hoy quiero ser agradecido con esta convicción a la que considero un regalo que se me dio. 
Me gustaría, a partir de ahora, ser más consciente de la muerte como compañera de camino, no porque ya ande por los 43 años (me quedan por hacer muchas cosas y por poner en marcha proyectos existenciales), sino porque seguramente viviré mejor todo lo que me queda por vivir.
Feliz día de difuntos, los que nos precedieron y ya tienen el absoluto conocimiento.

De castañas, bañadores y trajes de brujas


La mezcla de la ropa de verano que aun llevamos, con el humo de las castañas asadas y los disfraces horteras y terroríficos de Halloween no deja de ser, cuanto menos, rara. 
Y es que es evidente que algo está pasando. Después de estos lluviosos años, los preocupados por el cambio climático nos hemos relajado un poco pensando que quizás los ecologistas exageraban. A mí, principalmente, me aterra la idea de morir de calor o la de ver nuestros campos y bosques convertidos en desiertos. Pero desgraciadamente no hay cambio de tendencia. Ayer escuchaba que este octubre de verano al que se le han sacado tantos chistes, era debido a que nos estábamos quedando sin corrientes de aire frío producidas en el polo por el descenso enorme de hielo. Parece que no hay vuelta atrás. Y parece también que, a pesar de las evidencias, no hay manera de que los de arriba y los de abajo nos tomemos la cosa en serio. El egoísmo descarado de una producción salvaje, la devastación atroz para que se pueda producir, la utilización sin pudor ni miramiento de medios de transporte contaminantes y la expulsión de ingentes cantidades de residuos de todo tipo son las causas que conocemos
Por otro lado y desde otro plano, Halloween se nos coló poco a poco y ya no hay quien lo eche. Por mucho que unos pocos (cada vez menos) todavía gruñamos contra la realidad. Al igual que Papá Noel se nos cuela sin permiso por los balones dentro de un mes, las calabazas, las brujas, fantasmas y todo aquello que tenga que ver con lo gore, sea de la calaña que sea y dando igual el efecto que produzca (miedo, risa, repugnancia...) también se han metido, como quien no quiere la cosa, en nuestras vidas en estas fechas. Con el arsenal de elementos y de personajes proporcionado por tantos años de cine de terror, no hay motivo para no encontrar con qué intentar asustar en una jornada como la de hoy, aunque no se sepa muy bien ni el motivo de por qué hay que hacerlo, y se mezcle a los muertos, con los santos de mañana, con la bruja del norte y con el de la sierra de "Matanza de Texas".
No soy nada chovinista, etnocéntrico ni defensor a ultranza de lo identitario porque no creo que exista un núcleo cultural fuerte y básico que nos diferencie de otros grupos sino tan solo matices que pueden ser mayores o menores dependiendo de los grupos humanos. Al contrario ya sabemos que la mezcla ha sido la base de lo que ahora somos y tenemos, y encuentro en ella una riqueza que si fuéramos capaces de admitir desde otro punto de vista, otro gallo nos cantaría. Pero me huele que detrás de Hallloween (igual que detrás de que aun vayamos en pantalones cortos y sandalias) están de nuevo los intereses espúreos del mercado. Evidentemente no de manera tan ostentosa y descarada como lo que provoca el cambio climático, pero sí entiendo que Halloween se convierte, igual que Santa Claus, en un símbolo de una sociedad occidental, anglosajona, capitalista, de mercado. No lo tengo totalmente claro como en otras ocasiones pero algo presiento y me gustaría que si alguien tiene más datos a favor o en contra que los aportara.
Es cierto que la globalización en la comunicación tiene consecuencias sorprendentes y crea tendencias similares o idénticas en partes del planeta distanciadas decenas de miles de kilómetros. Pero sabemos también que la mayor globalización es la económica pues crea necesidades, modas, actitudes, formas de ver la vida ... que favorecen los beneficios de los amos del capital y del mundo. 
En fin... sirva esta mezcla de temas para expresar simplemente una sensación que he tenido esta mañana al salir a la calle. Nada relevante. El fluir de la vida, con Halloween o sin él. Con 28 grados o con 18. Dicen algunos sabios y maestros que todo es como tiene que ser, pero también dicen que poniendo al hombre en su lugar correspondiente (por encima de intereses económicos) y sabiendo éste cual es su centro (el amor) dejaremos de destruirnos unos a otros y la casa que habitamos, da igual que vayamos vestidos de zombis o de bañador. Ojalá que al menos estemos aprendiendo alguna lección y todo esto, realmente, sea por algo.

martes, 21 de octubre de 2014

Paciencia

Hermana Paciencia.
Tu nombre suena bonito a pesar de las connotaciones negativas que tiene la palabra. La paciencia como resignación, como el "ajo y agua" de los vencidos o de los que ya no les quedan fuerzas y no saben dónde buscarlas. Creo que por lo poco que sé de ti, no es tu caso.
Paciencia como no resistencia, como el sí a lo que es, a lo que hay, el dejar que pasen los deseos del ego que a veces poco tienen que ver con el fluir de la vida.
Eso es, paciencia entendida como el dejar que fluya la vida. Es lo que te viene bien. Porque de ti ha fluido la vida generándola en otra gente. De tu sangre contaminada se generó el suero del amor que te salvó a ti y a Teresa y que intentó salvar a otros. ¡Qué de paradojas! De nuevo de la muerte sale vida. De la debilidad fuerza para ti y para los demás. Porque de tu consciencia despierta y amorosa sólo brota la generosidad. Generosidad que arrasa y se lleva rencores y recuerdos malos incluso hacia aquellos que no quisieron traerte para salvarte pero que te trajeron para salvar a otros.
Y de nuevo me reconcilias con esa Iglesia que me dio lo mejor. Y me haces entender que en ella sigue habiendo gente que entiende al mensaje y al mensajero y que se han hecho uno con ambos. La iglesia de los que se quedan a pesar de que hay que salir corriendo, la iglesia que no juzga sino que entrega, que se la juega en las cosas de la humanidad porque sabe que en la humanidad más humana e inmunda se cuecen las cosas del Espíritu y no en los artificios rituales y dogmáticos de los que se protegen de la quema. 
Paciencia. Eres de las que vienen de la gran tribulación de gente que grita porque nadie les atiende, que apesta porque nadie los lava, que se muere porque no hay recursos. De la gran tribulación de tu continente herido de muerte, de vida y de esperanza. 
Paciencia con los que te utilizan, paciencia con los que usan a los tuyos para asustar, para engrosar cifras, para levantar lástimas. Paciencia con los que siguen esquilmando los recursos de tu tierra a la que usan como despensa sin puertas. 
Así, sin rencor. Vienes a dejar en bolas a los que no quisieron traerte porque no eras española y a los gendarmes de nuestras barreras que no dejan entrar tampoco a los tuyos porque se creen que lo suyo es suyo y de nadie más. Vienes a dejar en bolas a los que protestan por traer pacientes contagiados, más por ser de la Iglesia que porque estén contagiados. Y nos dejas en bolas a los que como mucho formamos parte de los indignados de sillón.
Paciencia, la ciencia de la paz, de la mansedumbre del corazón. Viniste a traer vida. Una profecía de la riqueza de tu tierra y de tu gente, un signo, un anticipo. 
Gracias.

jueves, 16 de octubre de 2014

Antes de que te vayas del todo

Antes de que te vayas del todo.
De mi memoria visual y de mi corta compasión. Saliste así, de pasada, como de pasada se nombran los casi 5000 que se llevó tu virus, como de pasada aparecéis siempre tu pueblo, tu gente, tu continente. Sólo unos minutos.
Fui capaz de verte, casi de soslayo, distraído como estaba y como estamos los de este lado, en lo de antes, en lo de después, en otras decenas de imágenes y mensajes cortos que hacen que no nos centremos demasiado en nada y estemos pendiente de todo. Pero sí, te vi...
Sólo conservo la imagen de tu imagen: menuda, con un pañuelo en la cabeza y varios colores en tu vestimenta, de lejos, porque ni el objetivo de la cámara se atrevía a acercarse más por miedo a que él también se contagiara; sentada a la puerta de algún edificio dónde no querían que entraras, en el suelo, negra. Como negros todos los que gritaban a tu alrededor (pero lejos también) porque un cadáver, resultado de tu mismo virus, llevaba varios días tirado en una acera y nadie lo recogía.
Terror en el ambiente, nerviosismo, histeria, ...y tú. Recogida en ti misma, expulsada de tu familia, y del hospital porque no había sitio. ¿Qué te mataría antes, el ébola o el rechazo de los tuyos por el pánico a que les transmitieras tu enfermedad? ¿O quizás te matamos nosotros, los que comíamos mientras veíamos tu corta aparición?
A ti, sin nombre, apenas sin rostro, sin firmas en tu socorro, sin artículos de periódicos, sin campañas, sin disputas sobre qué es más importante: el perro o tú, sin cama, sin cuidados, sin ministras escondidas e ineptas, sin consejeros que te echen la culpa por tocarte la cara... antes de que te vayas y para que no te vayas del todo. Mi poco tiempo, mis pocas y atropelladas palabras, mi recuerdo...

Excalibur y reflexiones.

Escrito antes de la noticia de que lo habían sacrificado.

200 mil firmas en la plataforma change.org en menos de 24 horas para evitar la muerte del perro Excalibur de la enfermera contagiada por ébola. Una movilización con pocos precedentes. 
Antes de continuar opinando sobre un tema que tanta sensibilidad levanta en la población y posiblemente en personas a las que quiero y que están por aquí, quiero expresar mi más absoluto posicionamiento ecologista. Incluso diría que más allá de esta postura activista, me sitúo entre todos aquellos que creen que lo esencial de todo lo creado es común a mi propia esencia y por lo tanto, una planta, un río, un perro, se merecen mi respeto y reverencia porque son manifiestaciones del Ser que soy, que me sustenta y da vida. Soy poco dado a la veneración de santos, pero entre los pocos que atraen mi atención está Francisco de Asís precisamente por esa capacidad que tuvo para captar esa huella de Dios en todo lo creado y por no tener pudor en llamar hermanos a las distintos seres vivos en ese cántico universal.
Una vez dicho esto, no puedo evitar expresarme con cierto pesar sobre lo que está ocurriendo. No por el hecho de querer salvarle la vida a Excalibur, sino por la intensidad y la rapidez de la acción. Siempre he creído que el potencial humano organizado podría cambiar el mundo en cuestión de horas si toda esa energía se canalizara en ello. Mi malestar viene porque, desde mi pobre percepción, observo la dispersión en la que vive el ser humano en occidente. He tenido largos debates en mis clases de ética con los ciclos formativos en torno a este tema. El asunto es el siguiente: hay un desencanto enorme de las personas por sus semejantes, una decepción, una constante sospecha, un recelo casi genético... que el chorro de amor, de ternura, de empatía inherente a todos queda focalizado en mucha gente hacia los animales a los que colocan en primer lugar de su dedicación y atención. Eso indica que algo está fallando. Y es que se ha perdido la filantropía, o esta queda reservada a unos cuantos.
Porque es un síntoma de una sociedad perdida y fracturada el que los animales se coloquen antes que las personas y sus causas desplacen las del ser humano machacado, marginado y desfavorecido. No estoy diciendo que haya que obviar aquella para quedarnos sólo con ésta. Lo que quiero expresar es que no hay causa "animalista" si hay desprecio del ser humano o si su cuidado no ocupa el primer lugar en el interés de las personas. 
Frases como "salvaría a mi perro antes que a una persona en peligro" , "la bondad de mi perro supera a la de la mayoría de las personas", etc. denotan este hastío y decepción de la humanidad por sí misma. Esto, sin entrar en el tema que daría mucho de sí, de que las mascotas se convierten en paliativos de una sociedad que padece una soledad y una carencia afectiva endémicas.
No propongo dejar una cosa para centrarse en otra, no desprecio organizaciones ecologistas o animalistas en beneficio de otras que se dediquen al ser humano y sus necesidades (de hecho soy seguidor de alguna); simplemente invito a hacer una reflexión: ¿no hemos perdido un poco el norte? ¿es auténtico ese activismo "animalista" si no hay una declarada apuesta por todos aquellos que son marginados, despreciados, vilipendiados, desplazados? No puede darse una cosa sin la otra. No puede ser real esa preocupación por los animales maltratados si no hay una apuesta manifiesta por las personas maltratadas. Con lo uno, viene lo otro. Y por último, ¡cuánto se podría cambiar en el mundo con toda esa energía canalizada a cambiarlo, a luchar por la justicia en todas sus expresiones! igual que se está haciendo para que Excalibur no sea sacrificado. 
En países como Liberia, la cifra de ayer de muertos por el ébola ascendía a más de 130 personas. ¿Dónde está la compasión por el hermano? ¿Dónde las campañas de ayuda, de protesta, de petición a la farmaceúticas que hagan algo?... El ébola empieza a preocuparnos cuando sobrepasa nuestras fronteras y lo vemos como una amenaza personal. Siento ser rotundo en esto, pero cada una de las personas muertas por ébola en África no pueden ser desplazadas en nuestras preocupación, atención y dedicación por la vida de Excalibur, por muy noble que sea un perro y por muy salvajes que nos hayamos convertido los seres humanos. Cuando en nuestra ética tengamos al semejante como primer e ineludible objetivo, habremos recuperado la cordura.
Y ojalá que no maten a Excalibur.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Retazos de mística adolescente

Septiembre del 96.
Canto a María
Madre María

Siendo mi vida pequeña, llegaste a ella
susurrando una palabra.
Sentí que hospedarte querías
y habitar en mi alma, y te hice mi dueña.
Y dormido en tu silencio
me enseñaste a orar
viendo a un Dios en tu mirada,
me enseñaste a orar.
Rozando el calor de tu mano, divisé un sendero
que podíamos juntos desandar.
A llamarte "madre" mis labios aprendieron.
Madre María

Madre María has bajado a mi tierra
para hacer casa en mi corazón.
Como mil gotas de lluvia en alma seca
has derramado la gracia de Dios.
Madre María has plantado en mi ser
las maravillas que Él puso en tu alma.
Gritaste fuerte y calmaste mi sed
que en mi miseria hay un Dios que me ama.

Cuando mi vida creía y quise, solo
recorrer mil camino
Sentí en mi alma vacía tu bendición
como en el alba el rocío.
Y perdido en mi silencio
sentí el beso del dolor.
De nuevo, juntos, abrazamos
aquella cruz donde muríó.
Madre María
Me enseñaste una bella canción
que habla de un Reino donde Dios se hace pobre.
Y recordé tu nombre, Madre, y mi elección.
Madre María

Madre María me has dado en los brazos
a aquel Jesús que nació en Belén.
Veo en mi vida tu luz como regalo;
es tu presencia que enciende mi fe.
Madre María, hazme templo de Dios.
Llena mi vida y cambia mi historia.
Haz de mi alma una tierra de amor;
haz de mi ser Tierra de misericordia.




9 de septiembre de 1996

Quiero ser, mi Señor, en ti, como el árbol plantado cerca del arroyo. Hundir mis raíces en tus manantiales de agua viva y no temer al calor de mis temores. Rozar mis entrañas de la frescura de tus corrientes y sobre todo, pintar en mis ojos, en mi sonrisa y en mi voz el verde de la esperanza a pesar de lo gris que me envuelva.

17 de septiembre de 1996

Quiero llenar mi vida de ti, Señor. Quiero que ocupes mis pensamientos para siempre. Que seas el eje sobre el que gire. No quiero reducirte a este momento. Quiero ser un hombre nuevo, un hombre de Dios; contigo en el centro de mi existencia todo tendrá más sentido. Cambia mis esquemas. Quiero vivir enamorado de ti dedicándote mis suspiros e ilusiones. Hazte el centro de mi vida, Señor.

18 de septiembre de 1996

Llevar tu cruz con una sonrisa en mi alma, Jesús. Mil motivos de gozo embargan mi corazón. Quiero verte como antaño, mi Dios, aunque las lágrimas broten incontroladas. Siempre alegre para infundir al mundo la sonrisa por tu presencia en mi vida. Sonreír siempre. Si mis hermanos no te ven en mi rostro es imposible poder transmitirles tu amor. Hazme un corazón alegre para poder estar en medio de una tierra que llora.

27 de septiembre de 1996

Hoy quisiera estar allí como otras veces. Hoy he comprendido que su lenguaje formaba parte del universal idioma del amor. Ahora por fin sé que era un canto de alabanza eterno del que yo no podía participar por no ser humilde de corazón. Pero, sin embargo, había notas imprecisas que no me eran ajenas y que se unían en su extenuación a la melodía misteriosa y oculta en mi alma. Hoy comprendo su canción. O al menos intuyo su susurro. Aquella complicidad intensa que captaban las plantas de mis pies. Aquel mascullar ininteligible que hacía vibrar mi ser. Aquella unión tan acorde del silbo de la brisa, del desgarre de la hoja seca, del cristal del agua, del grito del insecto, de la reverencia del monte, del baile del árbol... no eran más que las notas agudas de la melodía. Hoy quiero unirme, aunque sea en voz baja y desafinada. Hoy quiero participar, aunque sólo sea un instante y cantar tu estribillo, Señor: Bendito seas, Creador amable, por hacerme partícipe de tu obra. Alabado y glorioso sea tu nombre más allá de lo infinito.

29 de septiembre de 1996

Señor, Dios bueno, creo pero aumenta mi fe. Creo que con tu bondad divina intervienes en mi vida con designios de misericordia. Hoy me rido a tus plantas y te suplico que sanes a mi madre. No te pido que desaparezca su enfermedad si esa no es tu voluntad, tan sólo que la hagas salir de este mal momento. Señor, sánala. Creo firmemente que puedes hacerlo. Siempre me escuchas, mi Dios. Te lo pido en el nombre de tu Hijo Jesucristo y con la confianza plena de que puedes hacerlo. Tócala con tus manos benditas y que el amor que ellas irradian destierren el mal de su cuerpo. Señor, atiendo mi oración. Tú puedes hacerlo. Ya es bastante por hoy. Gracias porque siempre me escuchas.




miércoles, 10 de septiembre de 2014

Felices los pobres

El Evangelio de la Bienaventuranzas, que la liturgia de la la Iglesia católica proponía para hoy, se sugiere también entre los del leccionario de difuntos. Hoy ha fallecido, como bien sabréis, Emilio Botín. Me preguntaba cómo resonaría esa lectura si se utilizara en su funeral. Para colmo, el evangelista Lucas, desde esa contundencia con que sitúa a Jesús al lado de los desfavorecidos, hace de este pasaje un mensaje directo y sin posibles interpretaciones espiritualistas como puede pasar en el de Mateo. "Felices los pobres..., los que pasáis hambre... los que lloráis... a los que os odien los hombres y os excluyan... Ay de vosotros los ricos... los que estáis saciados... los que reís... y si todo el mundo habla bien de vosotros..." Creo que con repasar el texto, todo lo que quiero decir sobra. Hoy (menos contadas excepciones) todo el mundo hablaba elogiosamente del hombre que consiguió que su banco fuera el primero de de España y de Europa. Se alababa su tenacidad, su amor al trabajo, su espíritu de sacrificio, su amor al deporte... Insisto en que casi sobran mis palabras que pueden ser desacertadas, porque todo es tan claro y manifiesto... Son tan evidentes los criterios de los que se convierten en adalides en nuestra sociedad de lo que es bueno y malo. El poder como criterio, la capacidad de enriquecimiento a costa de lo que sea, la usura (condenada por todas la religiones desde tiempos inmemoriales), la competitividad (a la que hoy se le adjudican hasta ministerios)... Hay que sentir mucho la muerte de personas como Botín. Claro que sí. No queda otra. Son los que dictaminan y permiten que los que lo alaban estén donde están. Títeres y marionetas, pero ahí, en los estrados de un poder menor pero válido para ellos, en los podios del futuro asegurado y del dinero a costa del pueblo.
Jesús no quiere la miseria para nadie. No puede ser dichoso aquel que todo su vida es pisoteado por los de arriba. Sin embargo los criterios de la auténtica felicidad son los totalmente opuestos a los de la vida de Emilio Botín y de tantos como él. La auténtica felicidad es la que nace del experimentar que lo más bello y bueno del ser humano y para el ser humano no está en el dinero, en el poder, sino en vivir instaurados en el Ser que subyace en cada uno y que se manifiesta en lo sencillo y en los sencillos con suma fluidez. Es la compasión que te hace caminar al lado del otro que sufre porque te sientes uno con él.
Si se leyera ese evangelio en su funeral cuanto menos algunos sufrirían de repelús.
Descanse en paz. Ojalá que sí.

domingo, 24 de agosto de 2014

El baile de la obediencia

El baile de la obediencia
por Madeleine Delbrel(24/10/04 - 13/10/64)

Si estuviéramos contentos de ti, Señor,
no podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda
el mundo y llegaríamos a adivinar qué danza es la que te gusta
hacernos danzar, siguiendo los pasos de tu Providencia

Porque pienso que debes estar cansado
de gente que hable siempre de servirte
con aire de capitanes;
de conocerte con ínfulas de profesor;
de alcanzarte a través de reglas de deporte;
de amarte como se ama un viejo matrimonio.

Y un día que deseabas otra cosa
inventaste a San Francisco
e hiciste de él tu juglar.
Y a nosotros nos corresponde dejarnos inventar
para ser gente alegre que dance su vida contigo.

Para ser buen bailarín contigo
no es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay que seguir, ser alegre,
ser ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No hay por qué querer avanzar a toda costa
sino aceptar el dar la vuelta,
ir de lado, saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si la música no formara una armonía.

Pero olvidamos la música de tu Espíritu
y hacemos de nuestra vida un ejercicio de gimnasia;
olvidamos que en tus brazos se danza,
que tu santa voluntad es de una inconcebible fantasía,
y que no hay monotonía ni aburrimiento
más que para las viejas almas
que hacen de inmóvil fondo
en el alegre baile de tu amor.

Señor, muéstranos el puesto
que, en este romance eterno iniciado entre tú y nosotros,
debe tener el baile singular de nuestra obediencia.
Revélanos la gran orquesta de tus designios,
donde lo que permites toca notas extrañas
en la serenidad de lo que quieres.

Enséñanos a vestirnos cada día con nuestra condición humana
como un vestido de baile, que nos hará amar de ti
todo detalle como indispensable joya.
Haznos vivir nuestra vida,
no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula,
no como un partido en el que todo es difícil,
no como un teorema que nos rompe la cabeza,
sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo,
como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia,
con la música universal del amor.

Señor, ven a invitarnos.
 

viernes, 15 de agosto de 2014

Arena en los bolsillos

Quise conocer cómo sabía tu piel y me la bebí casi palmo a palmo. Entregando en cada sorbo la aceptación de lo que bajo ella se escondía. Una aceptación no interpuesta sino que nacía de la pasión loca por lo que vivías, por tu cuerpo, por tu confesión.
Aquel mensaje en positivo, impactante, no me frenó, al contrario quise besarte de momento.
La aventura por abrazarte en el precipicio de tus reticiencias, de tus miedos y precauciones junto al entorno de nuestros dos encuentros los convirtieron en esos momentos únicos, irrepetibles mágicos.
En ese marco que adornaba nuestros cuerpos y tu alma desnudos, en esa comunicación precavida pero directa, intensa, fluida, nadie podía decir, ni nosotros mismos, que hubiera nada feo, oscuro, impuro...
Y luego sólo piel contra piel, durezas, ternura, luz, testigos inoportunos, luna, olas, vaivenes incontrolados y otros elegidos, palabras, miradas que se tocan... Y arena en los bolsillos.
Quise volverte a ver pero sólo me traje eso, arena en los bolsillos que tardará en perderse del todo. Seguramente olvidaremos nuestros rostros, pero la vida ha querido que por un tiempo, grano a grano recuerde tu honestidad, tu lucha, tu ánimo... y por qué no la increíble sensación de los abrazos y los besos bajo aquella luna de agosto, la más brillante de todas.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Quitarse la vida-Dar la vida

Ayer, como a muchos, me sorprendió enormemente la noticia de la muerte de Robin Williams. Aunque he visto otras cuantas películas suyas, hay que decir que "El club de los poetas muertos" me hizo mella en aquellos años de tránsito de adolescente a jovencito. Entonces me creía especial porque me gustaban ese tipo de pelis "con sentido". Luego fui descubriendo que había poco de original en ello. Recuerdo que desde entonces fui escribiendo el texto de Henry Thoreau en todos mis diarios y cuadernos como encabezamiento ideológico de aquello que quería y que aún no he aprendido a vivir. "Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia..." El profesor Keating y su audacia educativa me hicieron enamorarme de Walt Whitman y su pasión por ese Yo-único presente en todo lo real. Esas palabras, precisamente le dieron el título a este blog. Aún hoy pongo a mis alumnos de bachillerato la película tratando de que vibren como yo lo hice en su tiempo, sin ser muy consciente de que hoy las vibraciones vienen de otro lado.
Como digo, luego he visto otras de sus interpretaciones. Más o menos buenas (magnífica la del "El indomable Will Hunting), siempre con ese toque sensibilero que le permitía esa triste sonrisa. Una mirada compasiva a la realidad podían hacer pensar de él que era un hombre precisamente atento a lo que le rodeaba, profundo, sensible...
Pero no lo sé. Lo único que sé es que ayer lo encontraron ahorcado en su apartamento. Curiosamente en "El club de los poetas muertos" el alumno en el que más influencia causaron sus novedosas ideas sobre extraer el meollo a la vida, también lo hace. Y en "Más allás de los sueños", su personaje baja hasta los infiernos a salvar a su esposa que se ha suicidado. La vida es así de burlona.
Desde ese sentimiento compasivo de hacerme cargo de un dolor del alma atroz hasta el punto de suicidarse en el cenit de su existencia, expreso mi pesar por la muerte de un buen actor. Una vez más pienso que el ego juega malas pasadas y que puede acabar destruyendo cuando no se sabe silenciarlo, serenarlo, diluirlo en definitiva.
Miguel Pajares. No sé nada de él aparte de que era hermano de San Juan de Dios, que estaba trabajando con enfermos de ébola en Liberia y que allí fue contagiado de la enfermedad que le ha quitado la vida. Anónimo como tantos otros que dejan suspiro a suspiro su aliento en favor de los que consideran amigos, hermanos. Dar la vida voluntariamente es, quizás, haber acallado ese ego del que hablábamos más arriba. Encontrar el tesoro de lo otra Vida con mayúsculas que nos hace uno con el otro y con el resto del cosmos. Dar la vida, si es desde la alegría, la humildad, no es más que reconocer la esencia que somos que no es otra cosa que pura donación y amor. Miguel Pajares, de los héroes que quedan en el corazón de Dios. También utilizado como arma arrojadiza de aquellos que no son capaces de ver más allá de su pura ideología. Rostro de tantos otros que desparraman lo que son porque se saben parte de lo único que es.
Ayer dediqué todos mis twits y mensajes de facebook al actor. Éste ya habrá sido consciente de que todo aquello de lo que carecía y que buscaba: aquello que pensaba que le faltaba para ser pleno y que lo llevó a la terrible depresión mortal, ya lo tenía. Ahora se sentirá lleno de presencia y todo lo demás sólo nos preocupará a los que nos movemos aquí en la coordenadas de la mente-tiempo.
Sin embargo, esto post iba dedicado a Miguel Pajares, porque no necesitó éxitos ni famas. Porque en el día a día oculto en un hospital de Liberia encontraba el sentido de la Vida. Porque ya experimentó aquí el cielo de la consciencia plena.
Bienaventurado.
Descansen en paz.

domingo, 10 de agosto de 2014

Ámate sin límites


Ámate sin límites, sin medida. Con toda la capacidad de tu ser. Sin miedos ni pudores. Abraza tu realidad completa como la madre a un niño pequeño o como los amantes. Dedícate tiempo, mímate. Atrévete a a acariciar tu cuerpo, pero sobre todo los entresijos de tu alma. 
Cuídate con toda la ternura de que seas capaz. Busca lo más conveniente en cada momento para que te sientas a gusto. Pero sobre todo disfruta de cada instante. Sabes bien lo que es mejor para tu cuerpo, para tu mente, para tu espíritu.
Come lo sano para tu cuerpo, ejercítalo para hacerlo bello y sentirte mejor. Piensa sólo lo sano para tu mente. Aléjate de lo nocivo y tóxico que despierta tu ego, lo enfada o lo entristece; apártate de situaciones y de personas que no te hacen bien. Haz silencio para sentir lo bueno, la esencia de lo que eres, el Amor que te habita.
Saborea lentamente la fruta que te comes, el sorbo de agua que te refresca... cada bocado, cada trago... Céntrate en cada uno de ellos. Empápate de lo que ves, de lo que miras, deja que te afecte. Huele con sumo disfrute el perfume, el mar, la tierra mojada, el aire lleno de matices... como si fueran olores generados para ti. Toca la roca, el cuerpo del amado/a, la hoja seca, la rama del árbol... como si te entregaran su esencia, como si fuera tuya, pero sin violentarlos, con ternura.
Cuida los detalles que hacen tu día a día más bonito. La decoración de la casa, un sorbo de vino, el descanso merecido.
Quiérete, ámate sin medida. Canta, sonríe, ponte guapo/a, disfruta, cánsate, tropieza y levántate, disfruta del camino más que del pensamiento sobre la meta. Si eres capaz, di en cada paso: aquí soy. Si eres capaz, párate a ser consciente de tu respiración; como cada inspiración, es un soplo de vida placentero. Como en cada espiración, esa vida se une a la única Vida que existe.
Si haces esto y todo lo que te vaya haciendo bien, si te amas sin límites, todo lo demás se te dará por añadidura.
Estarás amando a los que te rodean porque su aliento es el tuyo. Amarás a los que más sufren porque experimentarás esa compasión que nace de la única fuente de amor y querrás que también ellos la experimenten en sus vidas y harás todo lo posible para que así sea.
Estarás amando al resto del cosmos, de la naturaleza, de la Madre Tierra, porque habrás entendido que es una la Vida y que si no la cuidas te destruyes a ti mismo.
Ámate bien, no desde el ego destructivo y posesivo que necesita acaparar para sobrevivir, sino desde lo más profundo de tu ser que sabe lo que te conviene.

jueves, 24 de julio de 2014

Ora et labora

A menudo me he parado a pensar sobre la vida contemplativa, en concreto sobre la monástica. ¿Cómo ser fiel a un carisma, conservar una tradición que ha sido caldo de cultivo para que pueda darse la mística, esencia del encuentro entre el ser humano y el Misterio, y a la vez dar una respuesta acorde a los tiempos que corren? Por ejemplo, ¿tiene sentido hoy en día la clausura? (Me consta que esta misma pregunta la ha hecho el Papa Francisco en una encuesta a las órdenes de vida contemplativa). Teniendo claro hoy más que nunca que la mística no es exclusiva de los monjes y monjas de monasterios y conventos sino una dimensión básica del ser humano (sea de la tradición religiosa que sea o de ninguna de ellas), tenemos que ver como una riqueza para el mundo el que existan comunidades (cristianas, budistas, sufíes, etc.) que sirvan de signo de que lo más genuino del ser humano es el Misterio "más íntimo a nosotros que nuestra propia intimidad". Pero esto hay que saberlo hacer porque ¿qué sentido tiene un carisma que no se pone al servicio del resto de la gente? ¿Cómo hacer esto posible sin que en el intento se quiebre lo que es irrenunciable y lo que lo favorece (el silencio y todo lo que lo permite, el tiempo para la oración y la vida comunitaria…) ¿Cómo estar en el mundo sin ser del mundo? (Entendiendo “mundo” en sentido joánico como aquello que disgrega al ser humano, lo dispersa, le hace daño y no como su propio “hogar”).
Siento que el carisma contemplativo es necesario y en este momento más que nunca, pues la búsqueda del sentido se hace notable en las preocupaciones de las personas que se sienten escindidas de sí mismas y perdidas en una vorágine deshumanizadora. Podría vivirse como un auténtico regalo si se supiera estar atentos a los signos de los tiempos. El anhelo de sentido y trascendencia actual son una oportunidad ineludible para las que las órdenes monásticas hagan una auténtica reflexión de cómo ser signo para la humanidad.
Evidentemente esto no cuadra con el concepto de clausura. Clausura es contrario a ser testigo, a poder mostrar la perla encontrada. Y ya es hora que la vida contemplativa, sobre todo la femenina, deje de ser un resquicio más o menos pintoresco del pasado. Me consta que hay congregaciones que han renunciado a las rejas, todo un signo que no puede dejar de darse. Pero, ¿es esto suficiente?
En Suesa (Santander), me he encontrado con una comunidad que me ha parecido una auténtica respuesta a lo que venimos diciendo. Monasterio Trinitario del S. XIX que ahora está habitado por 9 monjas más todos los que allí, como yo, se acercan tratando de ir a las fuentes. Dice mucho que todas sean españolas y la mayoría jóvenes. Fieles al carisma trinitario de comunión han abierto su casa y su coro a gente en búsqueda. Su liturgia, sin perder la esencia de la tradición, es un claro ejemplo de apertura horizontal donde todos tienen cabida. Su peculiaridad principal es la oración a través de la danza. El Espíritu del Resucitado baila en aquellos y aquellas que se abren a él y a la vida, una danza serena, que unge y conecta, que no excluye sino que incluye y que sobre todo sirve de puente con lo trascendente, una danza mística. Taller de danza para quien quiera, campos de trabajo con jóvenes, música (guitarra, órgano, auténtico diálogo entre tradición y apertura, desde Brotes de Olivo hasta Hildegarda Von Bigen), acogida, diálogo, sonrisas... hacen una comunidad que sin dejar de ser fieles a la vida monástica, al silencio, sirven de cauce para que tal tesoro no se quede sólo para ellas. O no sean, simplemente, un espectáculo para aquel que busca “shows místicos”.
Algo que me ha llamado la atención y que a algunos puede parecerles intrascendente, es que han optado por descubrirse la cabeza, por quitarse el velo. Me parece que en una sociedad en la que en muchos lugares a la mujer se la obliga a llevarla tapada (directa o indirectamente a través de una cultura con bastantes rasgos machistas) que la mayoría de las congregaciones femeninas de vida contemplativa y muchas de vida activa sigan proponiendo el cubrirse la cabeza, hace difícil ese papel nuevo de la mujer en la Iglesia. Por ello, una decisión valiente y en definitiva, una liberación.
Algo que puede chocar es la característica de que la liturgia está recitada totalmente en femenino, incluidos los salmos. Esta opción feminista dentro de un monasterio contemplativo, al margen de lo simbólico, puede ser una auténtica brecha en una sociedad y en una Iglesia que se siguen rigiendo por esquemas patriarcales. Aunque como hombre me resultara extraño en algunos momentos, creo que es necesario recuperar la feminidad de lo real. Otro gallo nos cantaría en la manera de funcionar.
Doy gracias al Dios-Ser que suscita estas luces para el mundo. Ojalá que tanto las congregaciones cristianas católicas como todas las comunidades que busquen esta Vida instalada en la Esencia, sepan dar una respuesta acorde al ansia de sentido del ser humano. Gracias por supuesto a las monjas de Suesa que me han acogido y me han hablado del Dios que danza; gracias por su valentía, por ser una grieta por la que se cuela el Espíritu.
Acabo como lo hacen ellas al terminar de recitar los salmos de la liturgia. “Gloria al Padre, al Hijo y a la Santa Ruaj”.

miércoles, 25 de junio de 2014

Hay una intuición profunda que se me repite. Como todo en la condición humana, nace y se mezcla con deseos-necesidades-carencias, reconocimiento de carismas, repetición de inquietudes, historia, la propia psique (el trigo y la cizaña)... pero sobre todo, que también brota del Ser profundo cuando estoy sereno y no dominado por la mente-ego. Esto último me hace pensar que puede ser verdadero, de Dios, de la Vida. Me faltan señales, pistas del mundo manifiesto para dar pasos quizás al vacío de la más absoluta confianza. Pido de vuestra luz que es la misma que la mía, rezos, oraciones, energías... como cada uno quiera llamarlo o creerlo, para estar despierto y ser certero en el momento.

domingo, 22 de junio de 2014

Debes desobedecer

Artículo bastante interesante y válido para estos tiempos que corren. "Debes desobedecer" Una expresión que debe brotar del colectivo social ante situaciones que continuamente deshumanizan al ser humano. Expresiones como la desobediencia compasiva o inteligente. Buena reflexión.


Por una desobediencia compasiva


Alguna vez los perros fueron lobos. En algún momento, sin embargo, debieron extraer alguna ventaja de su amistad cooperativa con los seres humanos. Si comienzo con esta observación es porque uno de los ejemplos más profundos de esa amistad con los que me he encontrado es la idea de “desobediencia inteligente.” Un perro lazarillo entrenado para practicar la llamada “desobediencia inteligente” es capaz de contravenir la voluntad de su compañero humano cuando se encuentra  con una orden que pone en peligro a éste (por ejemplo, cuando la persona ciega se dispone a cruzar un semáforo en verde mientras aún pasan coches) Al animal-guía se le ha enseñado a tomar una decisión alternativa precisamente para salvaguardar a su protegido.Alicia García Ruiz – ATTAC Acordem
La idea asombrosa de una “desobediencia inteligente” animal habría hecho las delicias del vegetariano Erasmo o del ermitaño Thoreau, ilustres desobedientes y observadores de la naturaleza humana, no como una esencia inamovible,  sino como algo que refleja el resto de los seres vivos y a la inversa. Una larga tradición de pensamiento nos ha habituado a identificar el mundo de los animales con el reino de la obediencia ciega, frente a la libertad de conciencia exhibida orgullosamente por el ser humano. Pero las fronteras no son tan claras. Si la desobediencia inteligente nos muestra un inesperado ejercicio de libertad en el mundo animal, otro gran desobediente, La Boètie, nos enseñó que su opuesto, la servidumbre voluntaria, basada en la costumbre o el temor, también habita en las profundidades del corazón humano.
Los sucesos en la playa de Melilla, las llamadas “devoluciones en caliente” y otros cientos de acontecimientos que se producen a diario nos fuerzan a pensar (y cada vez lo harán más)  sobre los límites de la obediencia y, en segundo lugar, sobre la desobediencia como concepto límite. Frente a las inacabables noticias de las personas que se ahogan a diario en las rutas mortales de la inmigración forzada en el Mediterráneo, acude a la mente otra imagen muy diferente, sucedida en el mismo mar, que recogió hace unos meses la prensa. Un pescador italiano de Lampedusa, dueño de un bar y de una barca, rescató a los náufragos de una patera, pese a la terrible ley italiana que lo sanciona. En la breve entrevista a la que respondió no se podía contener en tan pocas palabras una idea tan importante “Si el gobierno me quiere meter en la cárcel que lo haga” dijo “¿Cómo voy a ver ahogarse a un hombre delante de mí sin hacer nada?” El mismo mar, entre dos mundos que son uno sólo. El mismo espacio, piensa uno, dividido por percepciones incomunicadas entre sí. Como expresa perfectamente Jacques Rancière en El Desacuerdo es “la contradicción de dos mundos alojados en uno solo” el mundo en el que unos cuentan como seres humanos y otros no.
No es mi intención juzgar hechos desde una cómoda posición externa. Existe un momento de absoluta soledad y angustia en la decisión ética. El miedo es tan humano que no pienso que se pueda hacer recaer todo el peso en las personas que intuitivamente creemos que deberían haber desobedecido. Aun así, aunque el momento de la decisión (ayudar, no ayudar) sea individual, solitario, el origen de esta disyuntiva no lo es. El comportamiento de estas personas es, ante todo, indicativo de una situación estructural, la existencia de normas injustas que producen un conflicto interno de obediencia. Eso nos concierne a todos los que observamos estos hechos, espectadores implicados a fin de cuentas. Cuando una norma olvida que su sentido es expresar una relación justa entre seres humanos, esa norma se vuelve vacía, dura como un diamante, dura lex, aunque carente de sentido, porque su acatamiento se rige por una terrible tautología: “obedece, porque debes obedecer.” Pero si la fuente del Derecho está en algún sitio más allá de ella misma, y más allá de la fuerza, seguramente emana de la propia suspensión que los seres humanos son capaces de hacer de ella cuando se encarna en normas injustas.
Quien juzga cómo comportarse en una situación límite está radicalmente solo en el momento de tomar su decisión, a menudo presionado por el miedo. El miedo ante normas injustas usurpa entonces el papel ideal del legislador justo y coloca al ser humano en una angustiosa disyuntiva, que muchas veces se racionaliza con expresiones tales como “no tenía opción”, “eran las órdenes”. Pero los que vemos las imágenes no estamos al margen. Es la sociedad la que aplaude o castiga obediencias y desobediencias; es esta misma sociedad la que debe “acompañar.” o la que deja solo, al “desobediente razonado” en su denuncia de la norma injusta. Planteémonos si el ejemplo del pescador no nos muestra que a veces la desobediencia no es una opción, sino un imperativo. Un paradójico imperativo como sería el de “Debes desobedecer”. Los tiempos presentes, con su proliferación de normas injustas, nos fuerzan cada vez más a su formulación.
Ya hemos visto que la inteligencia no es privativa del ser humano, si por ella entendemos la capacidad de discernir, de juzgar el caso particular. Pero además de la inteligencia los seres humanos poseen un rasgo añadido: la compasión, que en su origen es la capacidad de compartir lo sensible, lo corporal, con otros. Me gustaría pensar que hay alguna continuidad secreta entre la desobediencia inteligente y una posible desobediencia compasiva, que las fronteras entre lo humano y el animal no sólo funcionan para animalizar a los otros sino también para ampliar la consideración de lo humano. No me estoy refiriendo a ningún tipo de humanismo caduco, sino a la fraternidad animal por la que unos y otros nos hacemos cargo del daño, de que antes de poder clamar por sus derechos con una voz articulada, el cuerpo de un ser puede ahogarse entre gritos de auxilio. Puede que nuestras leyes humanas, las que nos damos a nosotros mismos, sean nuestra segunda naturaleza. Pero por ello mismo, son un espejo donde mirarnos y decidir qué clase de animal humano somos unos para otros: compañeros o lobos.
Investigadora de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona
Artículo publicado en Público.es

Un día de campo

jueves, 19 de junio de 2014

Querido Papa Francisco.                   Carta VI

En esta mi sexta carta simplemente quiero transmitirle dos cosas. La primera, una vez más, un sentimiento de agradecimiento por sus gestos y por sus formas. Sus gestos siguen siendo signo de la ternura de Dios en medio de un mundo que sufre. Gracias por el abrazo fraterno delante del muro de las lamentaciones con el rabino Abraham Skorka y el islámico Omar Abboud. En la entrevista para el periodista Enrique Cymerman se refiere usted a Jerusalén como imagen de la Jerusalén celestial y estoy de acurdo en que podría ser para el mundo un signo de concordia y de que esa ciudad, sagrada para las tres grandes religiones monoteístas, lleva encerrada dentro de sí la semilla de la unidad en la diferencia, de la concordia en medio de la diversidad. Ojalá se despliegue alguna vez el verdadero sentido etimológico de su nombre, Jerusalén, ciudad de la paz. Gracias por ese deseo profundo de que esa raíz común a las tres tradiciones sea alguna vez la que determine la convivencia, y el trabajo común. Ese abrazo, esa oración posterior en el Vaticano son un verdadero signo para el mundo de consecuencias que aún no alcanzamos a adivinar. 
Gracias también por esa entrevista llena de ternura evangélica, de humildad, de cercanía. Éstas siguen siendo las notas esenciales de su carácter y de su servicio y desde ahí uno se equivoca menos. 
En segundo lugar, aparte de mi agradecimiento, quería hacerle, con todos mis respetos, una apreciación. Y es que he echado en falta una alusión clara por su parte a la situación de absoluta represión y opresión que sufre el pueblo palestino por parte del Estado de Israel, sobre todo los que malviven en los campos de refugiados, los de los territorios ocupados, todos aquellos de la franja de Gaza y Cisjordania. Bloqueos, sanciones económicas, anulación del derecho a la circulación de las personas, inseguridad alimentaria, cortes de electricidad, déficit sanitario... desastre humanitario, en definitiva. Pienso que esto que indico no es mera opinión sino que hay un flagrante incumplimiento de leyes y convenios internacionales denunciado por la misma ONU. 
Algunos podrán decirme que si lo que queremos es verdaderamente que desde su talante conciliador y evangélico usted haga de mediador en el conflicto, estas cosas hay que callárselas. Y yo me pregunto, si desde esa misma actitud eso es posible. Creo que no puede haber diálogo si no hay previamente reconocimiento de la injusticia. Le oigo hablar con contundencia sobre el antisemitismo que perdura y que se encrudece en estos tiempos. No se muerde tampoco la lengua a la hora de hablar de un sistema económico que excluye, que prescinde de sectores de la humanidad, un sistema económico salvaje. ¿Por qué entonces ninguna palabra sobre el dolor de un pueblo que lleva padeciendo un auténtico apartheid desde hace varias décadas? ¿Es la prudencia, lo políticamente correcto acicate para manifestar una palabra compasiva ante tanto atropello?
No soy especialista en relaciones internacionales, en diplomacia, o en política, pero sí considero que desde esa predisposición suya a la defensa de los más vulnerables, santo y seña del auténtico espíritu cristiano, la denuncia de la opresión del pueblo palestino sería un auténtico gesto de justicia y el reclamo del cese del atropello, un signo de fraternidad con los que tan mal lo están pasando. Todo ello, por supuesto, desde la condena y el rechazo de toda forma de violencia o terrorismo por muy legítimas que sean las demandas de cualquiera de las partes.
Es cierto que no podemos olvidar que la raíz del cristianismo es judía. También lo es del Islam y eso debiera implicar una manifiesta solidaridad con los que son sus hermanos. El rezar con los salmos de David, el leer a los profetas del Antiguo Testamento no sólo es un gesto litúrgico o devocional sino conectar también con una auténtica tradición moral que denunciaba constantemente la injusticia contra los más desfavorecidos (el huérfano, la viuda, el extranjero, el pobre en general). Por lo tanto, conforma, aún más, la esencia cristiana, el posicionamiento compasivo al lado del que sufre. 
Una vez más insisto en mi agradecimiento por su saber hacer y le pido disculpas por lo que no quiere más que ser la expresión de un sentimiento espontáneo.

Afectuosamente