viernes, 15 de agosto de 2014

Arena en los bolsillos

Quise conocer cómo sabía tu piel y me la bebí casi palmo a palmo. Entregando en cada sorbo la aceptación de lo que bajo ella se escondía. Una aceptación no interpuesta sino que nacía de la pasión loca por lo que vivías, por tu cuerpo, por tu confesión.
Aquel mensaje en positivo, impactante, no me frenó, al contrario quise besarte de momento.
La aventura por abrazarte en el precipicio de tus reticiencias, de tus miedos y precauciones junto al entorno de nuestros dos encuentros los convirtieron en esos momentos únicos, irrepetibles mágicos.
En ese marco que adornaba nuestros cuerpos y tu alma desnudos, en esa comunicación precavida pero directa, intensa, fluida, nadie podía decir, ni nosotros mismos, que hubiera nada feo, oscuro, impuro...
Y luego sólo piel contra piel, durezas, ternura, luz, testigos inoportunos, luna, olas, vaivenes incontrolados y otros elegidos, palabras, miradas que se tocan... Y arena en los bolsillos.
Quise volverte a ver pero sólo me traje eso, arena en los bolsillos que tardará en perderse del todo. Seguramente olvidaremos nuestros rostros, pero la vida ha querido que por un tiempo, grano a grano recuerde tu honestidad, tu lucha, tu ánimo... y por qué no la increíble sensación de los abrazos y los besos bajo aquella luna de agosto, la más brillante de todas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

uuuf qué maravilla!!! mis pelos de punta. Cualquier mensaje en positivo nunca es inútil. Precioso

Leunam dijo...

Gracias, Eva. Cuánto tiempo que por aquí no se asoma nadie. Qué ilusión!