domingo, 24 de agosto de 2014

El baile de la obediencia

El baile de la obediencia
por Madeleine Delbrel(24/10/04 - 13/10/64)

Si estuviéramos contentos de ti, Señor,
no podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda
el mundo y llegaríamos a adivinar qué danza es la que te gusta
hacernos danzar, siguiendo los pasos de tu Providencia

Porque pienso que debes estar cansado
de gente que hable siempre de servirte
con aire de capitanes;
de conocerte con ínfulas de profesor;
de alcanzarte a través de reglas de deporte;
de amarte como se ama un viejo matrimonio.

Y un día que deseabas otra cosa
inventaste a San Francisco
e hiciste de él tu juglar.
Y a nosotros nos corresponde dejarnos inventar
para ser gente alegre que dance su vida contigo.

Para ser buen bailarín contigo
no es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay que seguir, ser alegre,
ser ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No hay por qué querer avanzar a toda costa
sino aceptar el dar la vuelta,
ir de lado, saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si la música no formara una armonía.

Pero olvidamos la música de tu Espíritu
y hacemos de nuestra vida un ejercicio de gimnasia;
olvidamos que en tus brazos se danza,
que tu santa voluntad es de una inconcebible fantasía,
y que no hay monotonía ni aburrimiento
más que para las viejas almas
que hacen de inmóvil fondo
en el alegre baile de tu amor.

Señor, muéstranos el puesto
que, en este romance eterno iniciado entre tú y nosotros,
debe tener el baile singular de nuestra obediencia.
Revélanos la gran orquesta de tus designios,
donde lo que permites toca notas extrañas
en la serenidad de lo que quieres.

Enséñanos a vestirnos cada día con nuestra condición humana
como un vestido de baile, que nos hará amar de ti
todo detalle como indispensable joya.
Haznos vivir nuestra vida,
no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula,
no como un partido en el que todo es difícil,
no como un teorema que nos rompe la cabeza,
sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo,
como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia,
con la música universal del amor.

Señor, ven a invitarnos.
 

viernes, 15 de agosto de 2014

Arena en los bolsillos

Quise conocer cómo sabía tu piel y me la bebí casi palmo a palmo. Entregando en cada sorbo la aceptación de lo que bajo ella se escondía. Una aceptación no interpuesta sino que nacía de la pasión loca por lo que vivías, por tu cuerpo, por tu confesión.
Aquel mensaje en positivo, impactante, no me frenó, al contrario quise besarte de momento.
La aventura por abrazarte en el precipicio de tus reticiencias, de tus miedos y precauciones junto al entorno de nuestros dos encuentros los convirtieron en esos momentos únicos, irrepetibles mágicos.
En ese marco que adornaba nuestros cuerpos y tu alma desnudos, en esa comunicación precavida pero directa, intensa, fluida, nadie podía decir, ni nosotros mismos, que hubiera nada feo, oscuro, impuro...
Y luego sólo piel contra piel, durezas, ternura, luz, testigos inoportunos, luna, olas, vaivenes incontrolados y otros elegidos, palabras, miradas que se tocan... Y arena en los bolsillos.
Quise volverte a ver pero sólo me traje eso, arena en los bolsillos que tardará en perderse del todo. Seguramente olvidaremos nuestros rostros, pero la vida ha querido que por un tiempo, grano a grano recuerde tu honestidad, tu lucha, tu ánimo... y por qué no la increíble sensación de los abrazos y los besos bajo aquella luna de agosto, la más brillante de todas.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Quitarse la vida-Dar la vida

Ayer, como a muchos, me sorprendió enormemente la noticia de la muerte de Robin Williams. Aunque he visto otras cuantas películas suyas, hay que decir que "El club de los poetas muertos" me hizo mella en aquellos años de tránsito de adolescente a jovencito. Entonces me creía especial porque me gustaban ese tipo de pelis "con sentido". Luego fui descubriendo que había poco de original en ello. Recuerdo que desde entonces fui escribiendo el texto de Henry Thoreau en todos mis diarios y cuadernos como encabezamiento ideológico de aquello que quería y que aún no he aprendido a vivir. "Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia..." El profesor Keating y su audacia educativa me hicieron enamorarme de Walt Whitman y su pasión por ese Yo-único presente en todo lo real. Esas palabras, precisamente le dieron el título a este blog. Aún hoy pongo a mis alumnos de bachillerato la película tratando de que vibren como yo lo hice en su tiempo, sin ser muy consciente de que hoy las vibraciones vienen de otro lado.
Como digo, luego he visto otras de sus interpretaciones. Más o menos buenas (magnífica la del "El indomable Will Hunting), siempre con ese toque sensibilero que le permitía esa triste sonrisa. Una mirada compasiva a la realidad podían hacer pensar de él que era un hombre precisamente atento a lo que le rodeaba, profundo, sensible...
Pero no lo sé. Lo único que sé es que ayer lo encontraron ahorcado en su apartamento. Curiosamente en "El club de los poetas muertos" el alumno en el que más influencia causaron sus novedosas ideas sobre extraer el meollo a la vida, también lo hace. Y en "Más allás de los sueños", su personaje baja hasta los infiernos a salvar a su esposa que se ha suicidado. La vida es así de burlona.
Desde ese sentimiento compasivo de hacerme cargo de un dolor del alma atroz hasta el punto de suicidarse en el cenit de su existencia, expreso mi pesar por la muerte de un buen actor. Una vez más pienso que el ego juega malas pasadas y que puede acabar destruyendo cuando no se sabe silenciarlo, serenarlo, diluirlo en definitiva.
Miguel Pajares. No sé nada de él aparte de que era hermano de San Juan de Dios, que estaba trabajando con enfermos de ébola en Liberia y que allí fue contagiado de la enfermedad que le ha quitado la vida. Anónimo como tantos otros que dejan suspiro a suspiro su aliento en favor de los que consideran amigos, hermanos. Dar la vida voluntariamente es, quizás, haber acallado ese ego del que hablábamos más arriba. Encontrar el tesoro de lo otra Vida con mayúsculas que nos hace uno con el otro y con el resto del cosmos. Dar la vida, si es desde la alegría, la humildad, no es más que reconocer la esencia que somos que no es otra cosa que pura donación y amor. Miguel Pajares, de los héroes que quedan en el corazón de Dios. También utilizado como arma arrojadiza de aquellos que no son capaces de ver más allá de su pura ideología. Rostro de tantos otros que desparraman lo que son porque se saben parte de lo único que es.
Ayer dediqué todos mis twits y mensajes de facebook al actor. Éste ya habrá sido consciente de que todo aquello de lo que carecía y que buscaba: aquello que pensaba que le faltaba para ser pleno y que lo llevó a la terrible depresión mortal, ya lo tenía. Ahora se sentirá lleno de presencia y todo lo demás sólo nos preocupará a los que nos movemos aquí en la coordenadas de la mente-tiempo.
Sin embargo, esto post iba dedicado a Miguel Pajares, porque no necesitó éxitos ni famas. Porque en el día a día oculto en un hospital de Liberia encontraba el sentido de la Vida. Porque ya experimentó aquí el cielo de la consciencia plena.
Bienaventurado.
Descansen en paz.

domingo, 10 de agosto de 2014

Ámate sin límites


Ámate sin límites, sin medida. Con toda la capacidad de tu ser. Sin miedos ni pudores. Abraza tu realidad completa como la madre a un niño pequeño o como los amantes. Dedícate tiempo, mímate. Atrévete a a acariciar tu cuerpo, pero sobre todo los entresijos de tu alma. 
Cuídate con toda la ternura de que seas capaz. Busca lo más conveniente en cada momento para que te sientas a gusto. Pero sobre todo disfruta de cada instante. Sabes bien lo que es mejor para tu cuerpo, para tu mente, para tu espíritu.
Come lo sano para tu cuerpo, ejercítalo para hacerlo bello y sentirte mejor. Piensa sólo lo sano para tu mente. Aléjate de lo nocivo y tóxico que despierta tu ego, lo enfada o lo entristece; apártate de situaciones y de personas que no te hacen bien. Haz silencio para sentir lo bueno, la esencia de lo que eres, el Amor que te habita.
Saborea lentamente la fruta que te comes, el sorbo de agua que te refresca... cada bocado, cada trago... Céntrate en cada uno de ellos. Empápate de lo que ves, de lo que miras, deja que te afecte. Huele con sumo disfrute el perfume, el mar, la tierra mojada, el aire lleno de matices... como si fueran olores generados para ti. Toca la roca, el cuerpo del amado/a, la hoja seca, la rama del árbol... como si te entregaran su esencia, como si fuera tuya, pero sin violentarlos, con ternura.
Cuida los detalles que hacen tu día a día más bonito. La decoración de la casa, un sorbo de vino, el descanso merecido.
Quiérete, ámate sin medida. Canta, sonríe, ponte guapo/a, disfruta, cánsate, tropieza y levántate, disfruta del camino más que del pensamiento sobre la meta. Si eres capaz, di en cada paso: aquí soy. Si eres capaz, párate a ser consciente de tu respiración; como cada inspiración, es un soplo de vida placentero. Como en cada espiración, esa vida se une a la única Vida que existe.
Si haces esto y todo lo que te vaya haciendo bien, si te amas sin límites, todo lo demás se te dará por añadidura.
Estarás amando a los que te rodean porque su aliento es el tuyo. Amarás a los que más sufren porque experimentarás esa compasión que nace de la única fuente de amor y querrás que también ellos la experimenten en sus vidas y harás todo lo posible para que así sea.
Estarás amando al resto del cosmos, de la naturaleza, de la Madre Tierra, porque habrás entendido que es una la Vida y que si no la cuidas te destruyes a ti mismo.
Ámate bien, no desde el ego destructivo y posesivo que necesita acaparar para sobrevivir, sino desde lo más profundo de tu ser que sabe lo que te conviene.