jueves, 15 de julio de 2010

Quince días

El personaje de un libro que quiere colarse en tu vida cuando la suya no es más que el rescate de un naufragio. Pero la magia cuenta, eso decía, y las búsquedas cabalísticas y los guiños a la técnica y a sus trampas. De nuevo, todo eso en cóctel aderezado con las búsquedas mutuas de vidas que se sueñan mejores, sin saber bien en qué consistirán. Con esa tintura se pretende pintar y pintar sobre la pantalla ilusoria de oxígeno, nitrógeno, argón y deseos... Un número escrito con letras y la rapidez de lo cotidiano que se introduce con naturalidad en algo que era absolutamente distinto. Eras tú el que esperé durante siglos.
Hasta las letras se movían solas para escribir mi nombre en la cocina. Historias y cuentos, canciones y suavidad.
Un personaje sereno que hace serena la estancia que nos envuelve, el hogar recién nacido al que le puse algo de vida.
Pero pronto noté ese movimiento ácido de las vísceras del corazón e intuiciones a las que no se le ponen palabras.
Faltaba enlazar otras cosas y mis brazos y piernas no tuvieron más remedio que inventarse una danza para bailarla. Incluso cuando lo hice acompañado me sentí más solo que nunca. Y los dedos fueron torpes y faltaron tantos besos... O quizás sobraron. Cuando comienza la demanda se evapora el futuro, aunque éste sea inventado.
¿En qué consiste la química? Me regaló un marco precioso y me quedé tratando de contemplar el cuadro que le diera vida, durante horas pero solo había papel marrón.
Y uno se queda con el aire en los pulmones y un montón de preguntas. A los dioses, a los astros, a los ancestros, a los espíritus en los que él creía... ¿Dónde se quedan los deseos, quien inventó lo previo, quien dispuso el anticipo...? Y nadie contesta.
Luego, unos días, la supervivencia...

miércoles, 7 de julio de 2010

Un simple sacerdote

Una carta del Padre Martín Lasarte, salesiano, desde Angola , África.



Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología ni de la Iglesia ni de los sacerdotes.

El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico.
Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus
hermanos.
Soy un simple sacerdote católico uruguayo que hace 20 años vivo en Angola .
Me siento feliz y orgulloso de mi vocación.


Me da un gran dolor por el profundo mal que sacerdotes que deberían de ser
señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes.
No hay palabra que justifique tales actos.

Veo en muchos medios de información, la ampliación del tema en forma
morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo.

Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia
de los años 80 y así de frente, otros casos más recientes…

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que
se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más
desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo!

Pienso que a los medios de información no les interesa que yo haya tenido
que transportar por caminos minados en el año 2002, a muchos niños
desnutridos desde Cangumbe a Lwena ( Angola ), pues ni el gobierno se
disponía y las ONG’s no estaban autorizadas.

No ha sido noticia que haya tenido que enterrar decenas de pequeños
fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le
hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único
puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y
semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y
escuelas a más de 110.000 niños...

No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la
crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la
guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del
Gobierno y la ONU.

No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches
recorra la ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a
una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina; que
alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan
hogares transitorios para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta
violados y buscan un refugio.

Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los
enfermos y desesperados.

No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos
hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una
leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños
acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en
escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en
centros de atención a cero positivos… o en parroquias y misiones dando
motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes
durante la guerra en Angola, lo hayan transportado de Kalulo a Dondo y
volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano
Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas
rurales más recónditas hayan muerto en un asalto en la calle; que decenas de
misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una
simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina,
visitando a su gente.

En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que
llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en
sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la
comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena
Noticia , esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua.

Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología ni de la Iglesia ni de los sacerdotes.

El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico.

Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus
hermanos.

P. Martín Lasarte, salesiano, en Angola , África.