miércoles, 10 de septiembre de 2014

Felices los pobres

El Evangelio de la Bienaventuranzas, que la liturgia de la la Iglesia católica proponía para hoy, se sugiere también entre los del leccionario de difuntos. Hoy ha fallecido, como bien sabréis, Emilio Botín. Me preguntaba cómo resonaría esa lectura si se utilizara en su funeral. Para colmo, el evangelista Lucas, desde esa contundencia con que sitúa a Jesús al lado de los desfavorecidos, hace de este pasaje un mensaje directo y sin posibles interpretaciones espiritualistas como puede pasar en el de Mateo. "Felices los pobres..., los que pasáis hambre... los que lloráis... a los que os odien los hombres y os excluyan... Ay de vosotros los ricos... los que estáis saciados... los que reís... y si todo el mundo habla bien de vosotros..." Creo que con repasar el texto, todo lo que quiero decir sobra. Hoy (menos contadas excepciones) todo el mundo hablaba elogiosamente del hombre que consiguió que su banco fuera el primero de de España y de Europa. Se alababa su tenacidad, su amor al trabajo, su espíritu de sacrificio, su amor al deporte... Insisto en que casi sobran mis palabras que pueden ser desacertadas, porque todo es tan claro y manifiesto... Son tan evidentes los criterios de los que se convierten en adalides en nuestra sociedad de lo que es bueno y malo. El poder como criterio, la capacidad de enriquecimiento a costa de lo que sea, la usura (condenada por todas la religiones desde tiempos inmemoriales), la competitividad (a la que hoy se le adjudican hasta ministerios)... Hay que sentir mucho la muerte de personas como Botín. Claro que sí. No queda otra. Son los que dictaminan y permiten que los que lo alaban estén donde están. Títeres y marionetas, pero ahí, en los estrados de un poder menor pero válido para ellos, en los podios del futuro asegurado y del dinero a costa del pueblo.
Jesús no quiere la miseria para nadie. No puede ser dichoso aquel que todo su vida es pisoteado por los de arriba. Sin embargo los criterios de la auténtica felicidad son los totalmente opuestos a los de la vida de Emilio Botín y de tantos como él. La auténtica felicidad es la que nace del experimentar que lo más bello y bueno del ser humano y para el ser humano no está en el dinero, en el poder, sino en vivir instaurados en el Ser que subyace en cada uno y que se manifiesta en lo sencillo y en los sencillos con suma fluidez. Es la compasión que te hace caminar al lado del otro que sufre porque te sientes uno con él.
Si se leyera ese evangelio en su funeral cuanto menos algunos sufrirían de repelús.
Descanse en paz. Ojalá que sí.