lunes, 23 de noviembre de 2009

¿Quiénes son los piratas?

Una vez más nuestro norte es sólo capaz de ver la punta del iceberg de los problemas, aquello que afecta directamente a su seguridad y a sus intereses económicos, cerrando los ojos a toda una maraña de circunstancias e injusticias de las que nuestros países tienen gran parte de culpa. Me refiero a todo lo que está pasando con los "piratas" somalíes. Quería escribir algo sobre ello, pero no voy a extenderme más porque he encontrado este magnífico artículo de otro bloguero (uno de verdad). Mejor que andar con enlaces, os lo paso enterito, tal cual, siendo de nuevo fieles a nuestro lema de "de lo que me apropies te debes apropiar". Sin dejar a un lado la alegría de las familias del atunero Alakrana que todos compartimos, pero intentando ir un poco más allá, hay que decir que de nuevo los medios de comunicación tan desleales a la verdad profunda de las cosas y al rigor y tan esclavos de la noticia fácil, de los intereses políticos, han obviado esta realidad. Aquí va el artículo.

Vamos a contextualizar la situación: Somalia es un país ubicado en el llamado Cuerno de África, al este del continente africano. Al oeste y noroeste limita con Etiopía y Yibuti, al sur con Kenia, al norte con el Golfo de Adén, y al este con el Océano Índico.
Se trata de uno de los países más pobres del mundo. El 70% de la población del país se encuentra amenazada por la hambruna, la malnutrición grave y enfermedades relacionadas con ambas, casi 6.5 millones de personas.

El 71% de la población no tiene acceso a agua potable, el 75% a saneamiento básico, la gente más cualificada ha huido del país y no se ha formado ningún médico o enfermera en los últimos 15 años. La mayoría de la población se dedica al pastoreo nómada, y la infraestructura básica se encuentra desintegrada. Tiene un clima desértico y por tanto el agua es un bien escaso, lo que hace imposible el desarrollo del sector agrícola.
Pero además, en los últimos años, un cóctel de factores, incluidos las sucesivas sequías, los conflictos étnicos y la pobreza crónica, ha situado a una población estimada de entre 9 y 13 millones de personas en situación de necesitar de forma urgente ayuda humanitaria.
Esta situación se ha agravado con la escalada de los precios de los alimentos, añade la organización Oxfam (julio de 2008). "El coste de la comida se ha incrementado hasta un 500% en algunos lugares, dejando a la población que ha sufrido sequía tras sequía en una pobreza extrema total", señaló en el comunicado Rob McNeil.
El panorama que describe McNeil es desolador: "Algunas de las carreteras por las que viajamos estaban cubiertas por ganado muerto. Hay muy poco o nada de pastos o agua para los animales que la gente necesita para vivir. La gente está cada vez más desesperada".
"Vi gente en una aldea machacando los granos que iban destinados a los animales para hacer papillas para alimentar a sus familias. Nos tememos que lo peor podría estar por venir mientras las crisis se deteriora a lo largo del Este de África", añadió. La situación es insostenible.
“Hay medios y alimentos suficientes para erradicar el hambre. Sólo falta que los países más enriquecidos actúen y se propongan medidas efectivas para paliar los efectos de una crisis que cada vez más acecha con más fuerza”.
Somalia es un país invadido por las fuerzas etíopes bajo el mando norteamericano desde hace dos años, con el silencio internacional, y los muertos a tiros son diarios. El objetivo es el control estratégico del cruce de comunicaciones y las riquezas de uranio, hierro, estaño, gas, petróleo, bauxita… Los refugiados somalíes han sido bombardeados por aviones de USA por lo menos en cuatro ocasiones, han sido expulsados de Kenia... Los niños soldados somalíes y etíopes militan en las filas de todas las facciones en juego.

Desde ese contexto ven pasar diariamente los seres humanos más pobres del planeta un botín con rumbo a los países más ricos: Veinte mil barcos con millones de toneladas de petróleo, hierro, cereales y toda clase de productos cruzan cada año las aguas del mar de Arabia rumbo a Europa. Así pues, algunos se han echado a la mar a intentar capturar tan suculento botín. Sólo este año, han secuestrado 90 barcos y retenido a 300 tripulantes.
Volviendo un poco atrás para reenlazar, partiremos de que en 1991, el Gobierno de Somalia se hundió. Los nueve millones de habitantes del país viven desde entonces a borde del hambre. Pero numerosas organizaciones occidentales de la peor especie han aprovechado esta situación para pillar los recursos alimenticios del país y deshacerse de residuos nucleares en las aguas somalíes.

Leyeron bien: residuos nucleares. En cuanto el Gobierno desapareció, misteriosos buques europeos comenzaron a aparecer frente a las costas de Somalia, tirando barriles en el océano. La población costera comenzó a caer enferma. Inicialmente, los habitantes tuvieron erupciones cutáneas extrañas, náuseas y nacieron bebés deformados. Luego, después del maremoto de 2005, cientos de estos barriles llegaron a las playas, se rompieron y dejaron fluir los productos que contenían. La gente comenzó a presentar síntomas de irradiación, y cientos de personas murieron. Ahmedou Ould-Abdallah, enviado de Naciones Unidas en Somalia, declaró: "Alguien tira materiales nucleares aquí”. Hay también plomo, metales pesados como el cadmio y el mercurio. "Siguiendo la procedencia de una gran parte de estos residuos nos lleva hasta hospitales y fábricas europeas, que parecen confiarla a la mafia italiana para quitarse de encima estos residuos al menor coste posible”. Cuando pregunté al Sr. Ould-Abdallah qué es lo que los gobiernos europeos habían decidido hacer al respecto, me respondió suspirando: "nada. No hay limpieza, no hay ninguna indemnización y no hay ninguna acción de prevención”.

Al mismo tiempo, otros buques europeos pillaban las aguas somalíes de su recurso más importante: la pesca. Hemos destruido nuestros stocks de pescados por la sobreexplotación -y hoy cogemos los suyos-. Los grandes barcos que pescan ilegalmente frente a la costa de Somalia capturan cada año más de 300 millones de dólares de atunes, camarones, langostas y otras especies en estas aguas desprovistas de protección. Los pescadores locales perdieron repentinamente sus medios de subsistencia y se mueren de hambre. Mohammed Hussein, un pescador de la ciudad de Marka, a 100 km al sur de Mogadiscio, declaró a la agencia Reuters: "Si no se hace algo, pronto no habrá peces en nuestras aguas costeras”.

Éste es el contexto en el que estos hombres a los que llamamos "piratas" aparecieron. Todo el mundo está de acuerdo en que fueron simples pescadores los primeros que utilizaron sus lanchas rápidas para intentar disuadir a los barcos y los barcos-basura, o por lo menos imponerles un "impuesto". Estos pescadores se designan a sí mismos como los Voluntarios de los Guardacostas de Somalia -y no es difícil comprender por qué, como nos recuerda el periodista Johann Hari, de The Independent.
En una entrevista, uno de los líderes de los piratas, Sugule Ali, declaró que su motivo era "parar la pesca ilegal y que tiren residuos en nuestras aguas… Nosotros no nos consideramos bandidos de los mares. Consideramos que los bandidos de los mares [son] los que pescan ilegalmente y utilizan nuestros mares como una descarga de basuras y echan sus residuos en nuestros mares y vienen [a navegar] armados en nuestros mares”.

Algunos de ellos pueden ser considerados gángsters -en particular los que se apoderaron de las entregas del Programa Mundial de Alimentos-, pero por lo general, los "piratas" tienen el apoyo de la población local. La página web de la prensa independiente somalí Wardher News realizó la mejor investigación de la que dispongamos sobre lo que piensan la población somalí. Sus resultados indican que el 70% "apoyan firmemente la piratería como forma de defensa nacional de las aguas territoriales del país".

¿Esperamos que los somalíes que se mueren de hambre permanezcan pasivamente en sus playas chapoteando en nuestros residuos nucleares, que nos observen capturar su pescado para comerlo en los restaurantes de Londres, París o Roma? No hemos reaccionado contra esos crímenes, pero cuando los pescadores han respondido desorganizando el canal de navegación por el cual transita un 20% del suministro mundial de petróleo, hemos empezado a gritar con indignación. Si queremos realmente luchar contra la piratería, deberíamos poner fin a sus causas profundas, “nuestros” crímenes.
Ali es el portavoz de la banda de piratas que secuestró en septiembre un carguero ucraniano con las bodegas repletas de munición, armas pesadas y un puñado de viejos tanques soviéticos. «Nosotros éramos pescadores, pero nos hemos tenido que buscar la vida. Yo salía a faenar todos los días, pero llegaban barcos europeos y asiáticos, grandes buques factoría, y lo esquilmaban todo. Peces, langosta, coral… Destruían nuestras redes y disparaban sobre nosotros. Arrojaban por la borda bidones tóxicos y llenaban nuestro mar de mierda. No nos dejaban ganarnos la vida, así que decidimos defendernos», relata.
Los piratas están estrangulando una de las rutas marítimas más concurridas del mundo, que conecta Europa con Asia y Oriente Medio vía canal de Suez. Millones de toneladas de crudo, gas, hierro, carbón y cereales, así como electrodomésticos, ropa, juguetes y otros productos fabricados en China y el sudeste asiático tienen que atravesar el golfo de Adén e internarse en el crítico triángulo formado por el Yemen al norte, Somalia al sur y el mar de Arabia al este. Un embudo muy rentable por el que pasan unos veinte mil barcos cada año; además de tres millones de barriles de petróleo diarios. El impacto económico es demoledor, ya que las mayores flotas de mercantes, que transportan el 90 por ciento de los bienes comerciados por mar, están considerando circunvalar Suez y el golfo de Adén porque los seguros resultan prohibitivos. Pero la ruta alternativa, doblar el cabo de Buena Esperanza y subir por la costa africana occidental, representa un incremento medio de tres semanas en la duración del viaje. Los fletes se disparan. Y ni siquiera esa precaución sirve. Los piratas se atreven ya incluso con petroleros, como el Sirius Star, con dos millones de barriles de petróleo a bordo. Lo peor es que este buque estaba lejos del golfo de Adén y tenía previsto rodear África por Buena Esperanza. «Esto no tiene precedentes. Es el barco más grande que ha sido atacado hasta la fecha, tres veces mayor que un portaaviones. Cada vez son más osados», advierte el teniente Nathan Christensen, portavoz de la Quinta Flota estadounidense.

Si los piratas se salen con la suya, se reparten las ganancias de manera equitativa entre jefes, hombres armados y funcionarios que hay que sobornar. Una cuarta parte la destinan a futuras misiones (armas, gasoil y víveres). Ali Ahmad, de 27 años, se construyó una mansión en los suburbios de Galcaio, donde vive su familia, con los 80.000 euros que recibió de un rescate.
Lo que ocurre en las costas de Somalia es un reflejo del caos que reina en el país. Los jóvenes quieren trabajar para los señores de la guerra y vivir a lo grande. "La piratería es muy atractiva para los jóvenes somalíes sin futuro. Es una aspiración", según Rogger Middleton, analista de Chatham House, centro de investigación sociológico con sede en Londres. Los comerciantes de los pueblos costeros celebran la llegada de los corsarios porque saben que harán acopio de carne, combustible, espaguetis, agua… que pagarán al contado. Para muchos somalíes, los piratas son celebridades. Mohamed, de 40 años, padre de seis hijos, lo tiene claro. «La sequía estaba matando de hambre a mis niños, por eso decidí enrolarme en los guardacostas. Mi familia tendrá crédito en las tiendas y salvoconductos para los controles de carretera de las milicias. A los piratas se los respeta.»
Los piratas no son el problema, son la consecuencia del caos y la pobreza, denuncia Médicos Sin Fronteras, que mantiene equipos locales en el país. El 25% de los somalíes depende de una ayuda humanitaria cada vez más peligrosa de distribuir. Tres de sus ocho millones de habitantes (no hay censo) están desplazados. Escasea el agua potable, la luz eléctrica procede de generadores con gasoil, apenas hay maestros y no funciona un sistema de salud que carece de todo. En Somalia sólo funcionan las armas, los teléfonos móviles y satélites y los navegadores GPS, las herramientas indispensables para la piratería.
Pero las cosas se ven de otra manera desde los países ricos: "El mundo no puede aceptar estos actos de piratería", dijo Sarkozy en septiembre. Y es que mientras se trató simplemente de algunos atuneros congeladores, pareció que la mejor respuesta de la comunidad internacional ante los apresamientos era, sencillamente, la de recomendar a las empresas pesqueras que se fuesen a faenar a otras aguas. El problema ha llegado cuando se han atrevido con el vital sector energético como el petróleo.
Y la maquinaria empezó a funcionar. La ONU: "En junio, emite la resolución 1.816: autoriza a los barcos extranjeros a perseguir piratas en aguas somalíes, lo que es una excepción al derecho marítimo internacional; les autoriza al uso de la fuerza contra los piratas en aguas somalíes; incluye la persecución en caliente y el abordaje".
"En octubre, la resolución 1.838: insta a los países con barcos o aviones en la zona a utilizar los 'medios necesarios para reprimir los actos de piratería'; incluye el derecho de enjuiciar a los piratas presos en los tribunales del estado que los captura".
Y la UE aprueba la creación de una fuerza militar en el Índico, coordinada con las fuerzas de la OTAN en la zona y con el aval de la ONU. La operación se llama Atalanta, la ninfa del equilibrio, y la fuerza naval, Eunavfor. Supone "un bello símbolo de los avances en la Europa de la Defensa y su llegada a la edad adulta", según Hervé Morin, ministro de defensa francés.
El Pentágono planifica una posible escalada militar, con múltiples opciones que incluyen hasta incursiones terrestres, amparadas por la autoridad del Consejo de Seguridad de la ONU, y apoyados por las numerosas tropas militares (al menos 7 buques de la OTAN, con unos 400 efectivos españoles en fragatas y aviones) de los distintos países que ya se han desplegado en la zona.
Comandos franceses han liberado en un par de ocasiones a los tripulantes de sendos yates, luego han perseguido a los secuestradores hasta sus guaridas, les han tiroteado y han recuperado el botín.
Los piratas somalíes han amenazado con vengarse después de que dos rescates de rehenes realizados por fuerzas extranjeras hayan con la muerte de al menos cinco de sus compañeros.
"Los franceses y los estadounidenses se arrepentirán de haber comenzado esta matanza. Nosotros no matamos, sino que sólo tomamos rescates. Haremos algo a cualquiera que veamos como francés o estadounidense desde ahora", manifestó Hussein, un pirata de la zona.

En todo esto está claro quién pierde y quién gana: Los armadores seguirán protegiendo sus botines de guerra, las compañías de seguros han aumentado sus pólizas diez veces, Europa logra mantener una armada en la geoestratégica zona del Cuerno de África con el aval de la ONU para hacer lo que le dé la gana con total impunidad, los gabinetes ingleses se embolsan cantidades ingentes de dinero y, mientras tanto, los piratas somalíes, los empobrecidos y legítimos dueños de los bancos de pesca, del petróleo, seguirán jugándose la vida, una vez más....

Y nosotros, que con el depósito del coche lleno y con los supermercados también bien llenos de sabrosas conservas de pescado, nos creemos todo lo que los medios quieren que nos creamos, que los auténticos piratas tienen la piel de color negro

sábado, 14 de noviembre de 2009

Hambre, la gripe más mortífera

Os dejo este artículo de un misionero en África, dosis de realidad para este mundo irreal que nos construimos. Sobre las "gripes" de verdad y sobre crisis endémicas.


Vivo entre los pobres de los pobres, los últimos de la cadena, los que viven con menos de medio euro al día y tienen una esperanza de vida al nacer de 40 años. Son pobres de la selva africana, pobres felices o, al menos, pobres que saben sacar el jugo a su corta vida y la viven con intensidad


He estado hace poco en España y he oído dos palabras que os están poniendo contra las cuerdas: crisis y gripe A (H1N1). No puedo evitar el pensar en ciertas comparaciones entre el mundo rico, angustiado por una crisis temporal que disminuye su renta percápita y alarmado por la gripe A, y la vida de la gente con la que vivo mi día a día, envuelto por millones de metros cúbicos de verde selva.
He ido por las calles de Córdoba con un grupo de Cáritas repartiendo bolsas de comida en hogares con el agua al cuello por la crisis, pero nunca se puede comparar con la vida del que tiene una sola camisa para todo el año y la lleva puesta cuando su hijo se muere de diarrea y él no puede hacer nada porque no tiene medicinas, ni dinero para comprarlas, ni hay una zona de urgencias a donde ir.

Un solo fallecido por la gripe A conlleva una carga de sufrimiento para él, para su familia, para sus amigos. Ochocientos fallecidos son muchos y el volumen de sufrimiento mayor. Por los casi 40.000 niños que mueren de hambre en el mundo o a consecuencia de enfermedades agudizadas por el hambre y el debilitamiento de su persona, el sufrimiento su multiplica por mil.
Yo los veo morir cada día. Es la gripe del hambre. De la gripe A no he visto morir a nadie, sólo he leído en los periódicos que hay más de 800 muertos en todo el mundo, España incluida. De la gripe del hambre, o la de la malaria, o del sida o de la lepra, se apagan vidas por centenares sin hacer ruido. Basta con abrir el libro de las lágrimas de mi pueblo para darse cuenta de dónde está la peor gripe aunque no se hable de ella en los periódicos. Cantidades ingentes de dinero están siendo destinadas a acumular antivirales para luchar contra la gripe A el próximo invierno. Contra las gripes de mi pueblo, muchos han tirado la toalla.
He leído una publicidad que decía: “¿Te imaginas 400 años de crisis?” Hay países en el mundo que no necesitan echarle tanta imaginación. Uno de ellos es Centroáfrica. Mi pueblo sigue llorando porque aquí la vida está muy barata y se muere por muy poco. Sólo en el proyecto huérfanos en la ciudad de Bangassou (de 25.000 habitantes) tenemos 1.800 niños. Hemos escolarizado a más de 5.000 alumnos para que aprendan a luchar por sobrevivir. Sus lágrimas no aparecen en los periódicos. Ya dice el proverbio que cuando el pez llora en el agua nadie se da cuenta de su sufrimiento…
Centroáfrica es un canto a la vida, sobretodo humana, aunque dure sólo hasta los 39 años, y el amor al hombre conlleva también un respeto por la naturaleza en donde el hombre vive y encuentra su entorno.


Autor: Juan José Aguirre Misionero español que trabaja desde hace tres décadas en la República Centroafricana