miércoles, 25 de marzo de 2015

Hágase.

Hágase este instante, hágase la brisa en mi rostro cuando voy en la bici, háganse los charcos que me mojan, los olores que voy dejando atrás. Hágase esta sensación que no me gusta, hágase tu recuerdo que emerge, hágase el no saber qué pasará, y el saber qué está pasando. Hágase la casa que me acoge, tu palabra que me invita, tu silencio en donde somos uno. Hágase el enfado, la risa, los saludos en el trabajo. Hágase la presencia callada de los que me aman, y la soledad que a veces me abate. Hágase el amigo que se fue. Hágase la música que me acaricia, y los ruidos de mi cabeza cuando se imponen. Hágase este instante, esta luz, esta respiración, estas teclas que acaricio. Hágase la Vida.

viernes, 20 de marzo de 2015

De elecciones

Tampoco interesa mucho por aquí a quien voy a votar, aunque no tengo ningún problema en dialogarlo personalmente. Por eso pido disculpas si a veces mi indignación y la visceralidad que ésta me provoca me lleva a decantarme públicamente (la visceralidad tiene poco de serenidad y por tanto, de consciencia por lo que no hay que echarle mucha cuenta).
Pero sí quiero claramente hacer algunas consideraciones
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1. Mi ilusión por el año que estamos viviendo. Hace justo 4, se experimentó en España una primavera inaudita, en la que un pueblo aparentemente dormido y amaestrado por el fútbol y el "sálvame", se ponía en pie y salía a las calles diciendo que aquellxs que en teoría eran depositarios de la soberanía de la gente expresada en las urnas, ya no nos representaban.  Muchos decían que aquello era de unos cuantos "perroflautas" y que la efervescencia pasaría como la espuma de mar. Pues bien, no ha sido así. A partir de ahí nacieron movimientos sociales de lucha por la dignidad de las personas que se han mantenido incansablemente en un activismo eficaz y contundente. De ahí han nacido nuevas fuerzas políticas que con su inexperiencia y sus fallos tratan de recoger la antorcha de de aquel movimiento ciudadano sin precedentes.

2. La responsabilidad de que el domingo vayamos a votar. No vale el "estoy harto/a de los políticos". Levantarse de ese hastío provocado por su ineficiencia, reflexionar qué grupo puede responder mejor a las necesidades sociales del momento, quién va a estar de parte de los ciudadanos, y acudir al punto electoral que nos toque, debe ser, (aparte de un privilegio que quizás mucho aun no sepamos apreciar) un imperativo ético más grande que el no saltarse un semáforo en rojo. Para que después podamos hablar con propiedad, criticar, exigir, etc.

3. El cambio indica evolución. La evolución es lo que nos hace desarrollarnos como personas y como sociedades. Los dos partidos mayoritarios y que nos han gobernado casi todo el período democrático han producido tal hartazgo en los ciudadanos que está propiciando la entrada en el juego político de otras formaciones. Tanto la corrupción de estos dos partidos (PP-Psoe), como el comprobar que quien nos gobierna no son aquellos en quienes pusimos nuestras esperanzas sino los grandes grupos de poder financiero del mundo, hacen que la sociedad quiera el cambio. Quererlo aun con la inseguridad de que no sabemos qué se les permitirá hacer, porque el "Goliat" es tan grande... (Lo estamos comprobando en Grecia). No obstante, siento que hay que perder el miedo al cambio. Atreverse a votar a estos nuevos partidos
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4. Considero que los pocos que os atreváis a leer este tostón de los míos sois gente de bien y que buscáis el bien. Por ello interpelo a la consciencia y a la conciencia. Tendremos que votar a aquellas formaciones políticas que busquen el bien. La búsqueda del bien pasa inexorablemente por la búsqueda del bien para los que lo pasan peor (parados, desahuciados, mujeres, enfermos, ancianos, inmigrantes y el largo etcétera de los que lo pasan mal en nuestro país). Consciencia habla de lucidez. Tenemos que ser lúcidos. La consciencia ilumina a la conciencia y ésta hace que actuemos en justicia, éticamente, aunque luego podamos comprobar que nos hemos equivocado. Y si nos hemos equivocado, habrá que reconocerlo e intentar cambiar las tornas la próxima vez que nos dejen. Pero repito, perder el miedo al cambio es fundamental.

En fin, ojalá que vivamos este próximo domingo con responsabilidad y con ilusión, la ilusión de que las cosas pueden ser de otra manera y no como nos dicen que tienen que ser.

martes, 10 de marzo de 2015

La religión en la escuela


Estos días días se ha reactivado el debate sobre las clases de religión a raíz de la aprobación del curriculum para la materia elaborado por la conferencia episcopal. Sobre este tema, que no me es ajeno porque lo he tocado durante algunos años, me gustaría expresar mi opinión.
Tengo amigos que se ganan la vida impartiendo estas clases a los que estimo y que quizás no vayan a estar de acuerdo conmigo. Les pido disculpas. Quiero recordar que también yo algunos años he estado viviendo de esta posibilidad que se me dio y no por ello dejé de pensar "en justicia". Reconozco que, a pesar del desbarajuste administrativo en el que a veces viven estas personas y la lucha de años por tener unos derechos laborales dignos, la manera de acceder a la plaza de maestro/profesor de religión es altamente injusta comparada con las demás especialidades. No reconocer esto creo que sería opinar desde la más absoluta subjetividad interesada. 
Pero no es este el tema al que me quiero referir. 
Evidente y manifiestamente estoy en contra de cualquier adoctrinamiento en la escuela, de utilizarla como plataforma "privilegiada" para una catequesis que en la parroquia o en los hogares (lugares donde únicamente deben darse) está perdiendo tanto fuelle, que muere por inanición. Pero me gustaría ir más allá de esta opinión que no creo que nadie dude que la tenga.
En el debate quiero introducir dos elementos que son básicos para tener en cuenta:
1. La dimensión espiritual del ser humano. Entiendo que esto que para muchos pueda ser fundamental y un aspecto certero y, por tanto, a no pasar por alto, para muchos otros no sea así. Por un lado, habrá que decir que, afortunadamente, cada vez más gente es capaz de verlo, incluso gente que discrepa o se siente lejos de cualquier tradición religiosa. Siento que es un tema que hay que empezar a poner encima de la mesa. Hay profesores que desde su propia libertad de cátedra están introduciendo esta dimensión en sus clases. Me consta que hay colegios que también. Así como en la escuela se trabajan otros aspectos que se consideran elementales para la educación de los niños y jóvenes y que en los actuales currículos se trabajan a través de las llamadas competencias (por desgracia, otros elementos fundamentales como la educación artística o la música van perdiendo relevancia en beneficio de otros relacionados con el mundo mercantilista y competitivo en el que vivimos y que a nuestro ministro de educación le parecen más importantes), también sería necesario introducir esta dimensión de la que hablamos. Cada vez más gente la consideramos no sólo básica, sino que constituye la raíz de la construcción de la persona. ¿A qué me refiero concretamente y cómo poder hacerlo? Pues, entiendo que desarrollar en los alumnos aspectos como la introspección, la educación de la respiración consciente, el gusto por el silencio, la capacidad de conexión con su misterio más profundo, de reposar en él a través de la meditación, la capacidad de asombro, de admiración por la belleza, de contemplación gustosa, la posibilidad de trascender lo mental y detenerse en lo intuitivo, en la experiencia más amorosa y del corazón, y otros muchos elementos más, son básicos para el crecimiento armonioso de los hombres y mujeres del futuro si es que es verdad que queremos una sociedad nueva. Y me atrevo a decir que tampoco estará demás decirle a los estudiantes que a esa realidad  profunda y a la vez trascendente, muchos la llaman Dios, Padre-Madre, Alá, el Buda, Misterio, Ser, Espíritu, lo más real de uno mismo, la Consciencia, etc, etc. Y, ¿cómo hacer esto? ¿Habría que crear una materia para ello, un tiempo definido para desarrollarlo? Creo que en estos momentos no sería necesario. Con lo cual, habría que trabajarlo transversalmente. El otro día en la noticia que ha corrido por las redes sobre la iniciativa de los jesuitas en los colegios catalanes en los que estaban estrenando un modo nuevo de hacer escuela sin horarios, asignaturas, exámenes, etc., se hablaba de que en ese modelo nuevo, cada día se empezaba la jornada con un momento de introspección, de silencio. En la medida en que nos vayamos atreviendo a crear otro modo de enseñar diferente, este tipo de actividades y experiencias tendrán más cabida. Y si no, siempre hay momentos y espacios en los que pueda hacerse. Tengo una amiga que es profesora de tecnología y practica biodanza con sus alumnos/as. ¿Quien dice que el que no se lo propone no puede conseguirlo? ¿Quién lo impide? El reto, en esta coyuntura, será que los docentes que creéis en ello, os atreváis a dar estos pasos. El tiempo que estuve dando clases de religión en esta última etapa de mi vida, me atreví a introducir la meditación en varias (muy pocas) ocasiones. No lo hice más por falta de seguridad en mí mismo y por esos complejos que nos impiden romper e innovar. Puedo decir que luego fue de las experiencias que más me reclamaban los chavales.
2. La cultura religiosa. Son innegables los pilares sobre los que se asienta nuestra sociedad, el no querer verlos obedece más a una cuestión de obcecación ideológica que a otra cosa. Pongo siempre el mismo ejemplo: Si un niño observa el cuadro de la Anunciación de Fra Angelico, para captar mucho más su belleza y, por tanto, su sentido, tiene que conocer la escena que en él se representa. Saber quien es María, quien es el Ángel Gabriel y qué posible diálogo están teniendo los dos en el cuadro. En Andalucía, otro ejemplo, sería llamativo contemplar la emoción de muchos jóvenes al ver pasar su cofradía por delante y que no supieran quien es el "Caifás" que está condenando a Jesús. Por otro lado, en esta sociedad pluricultural y plurireligiosa, es imprescindible que nuestros alumnos sepan que la peregrinación a la Meca es uno de los cinco pilares del Islam, qué es el Ramadán, en qué contexto predicó Mahoma, como llegó Sidharta al nirvana, o qué se celebra en el Shabat. Y en esto soy contundente: todo esto y mucho más debe ser materia curriculum obligatoria para todxs.  ¿En qué asignatura? ¿Habría qué crear una materia para estas cosas? ¿La asignatura de religión de toda la vida?, ¿una que se llamara Cultura religiosa? ¿Habría que desarrollar temarios sobre estos asuntos e introducirlos en asignaturas como historia, o historia del arte...? no lo sé. Eso se lo dejo a los expertos.
En conclusión, no al adoctrinamiento, no a la catequesis en la escuela, sí al desarrollo de la dimensión espiritual del ser humano, sí a una cultura religiosa y plurireligiosa desde el punto de vista de adquisición de conocimientos, y ¿por qué no? de experiencias que los enriquezcan. Y en este último aspecto tendrían cabida mis amigos y compañeros profesores de religión, porque creo que estos aspectos deben tratarlo profesionales al respecto, gente formada para ello. Eso sí, desde una posición abierta, respetuosa, tolerante, sin pretender catequizar ni convertir a nadie. Conociendo los pilares del resto de las tradiciones religiosas, desde un reciclaje y una formación permanente. Y por supuesto, y fundamentalmente, accediendo a esos puestos de trabajo de una manera más justa.