domingo, 2 de noviembre de 2014

De castañas, bañadores y trajes de brujas


La mezcla de la ropa de verano que aun llevamos, con el humo de las castañas asadas y los disfraces horteras y terroríficos de Halloween no deja de ser, cuanto menos, rara. 
Y es que es evidente que algo está pasando. Después de estos lluviosos años, los preocupados por el cambio climático nos hemos relajado un poco pensando que quizás los ecologistas exageraban. A mí, principalmente, me aterra la idea de morir de calor o la de ver nuestros campos y bosques convertidos en desiertos. Pero desgraciadamente no hay cambio de tendencia. Ayer escuchaba que este octubre de verano al que se le han sacado tantos chistes, era debido a que nos estábamos quedando sin corrientes de aire frío producidas en el polo por el descenso enorme de hielo. Parece que no hay vuelta atrás. Y parece también que, a pesar de las evidencias, no hay manera de que los de arriba y los de abajo nos tomemos la cosa en serio. El egoísmo descarado de una producción salvaje, la devastación atroz para que se pueda producir, la utilización sin pudor ni miramiento de medios de transporte contaminantes y la expulsión de ingentes cantidades de residuos de todo tipo son las causas que conocemos
Por otro lado y desde otro plano, Halloween se nos coló poco a poco y ya no hay quien lo eche. Por mucho que unos pocos (cada vez menos) todavía gruñamos contra la realidad. Al igual que Papá Noel se nos cuela sin permiso por los balones dentro de un mes, las calabazas, las brujas, fantasmas y todo aquello que tenga que ver con lo gore, sea de la calaña que sea y dando igual el efecto que produzca (miedo, risa, repugnancia...) también se han metido, como quien no quiere la cosa, en nuestras vidas en estas fechas. Con el arsenal de elementos y de personajes proporcionado por tantos años de cine de terror, no hay motivo para no encontrar con qué intentar asustar en una jornada como la de hoy, aunque no se sepa muy bien ni el motivo de por qué hay que hacerlo, y se mezcle a los muertos, con los santos de mañana, con la bruja del norte y con el de la sierra de "Matanza de Texas".
No soy nada chovinista, etnocéntrico ni defensor a ultranza de lo identitario porque no creo que exista un núcleo cultural fuerte y básico que nos diferencie de otros grupos sino tan solo matices que pueden ser mayores o menores dependiendo de los grupos humanos. Al contrario ya sabemos que la mezcla ha sido la base de lo que ahora somos y tenemos, y encuentro en ella una riqueza que si fuéramos capaces de admitir desde otro punto de vista, otro gallo nos cantaría. Pero me huele que detrás de Hallloween (igual que detrás de que aun vayamos en pantalones cortos y sandalias) están de nuevo los intereses espúreos del mercado. Evidentemente no de manera tan ostentosa y descarada como lo que provoca el cambio climático, pero sí entiendo que Halloween se convierte, igual que Santa Claus, en un símbolo de una sociedad occidental, anglosajona, capitalista, de mercado. No lo tengo totalmente claro como en otras ocasiones pero algo presiento y me gustaría que si alguien tiene más datos a favor o en contra que los aportara.
Es cierto que la globalización en la comunicación tiene consecuencias sorprendentes y crea tendencias similares o idénticas en partes del planeta distanciadas decenas de miles de kilómetros. Pero sabemos también que la mayor globalización es la económica pues crea necesidades, modas, actitudes, formas de ver la vida ... que favorecen los beneficios de los amos del capital y del mundo. 
En fin... sirva esta mezcla de temas para expresar simplemente una sensación que he tenido esta mañana al salir a la calle. Nada relevante. El fluir de la vida, con Halloween o sin él. Con 28 grados o con 18. Dicen algunos sabios y maestros que todo es como tiene que ser, pero también dicen que poniendo al hombre en su lugar correspondiente (por encima de intereses económicos) y sabiendo éste cual es su centro (el amor) dejaremos de destruirnos unos a otros y la casa que habitamos, da igual que vayamos vestidos de zombis o de bañador. Ojalá que al menos estemos aprendiendo alguna lección y todo esto, realmente, sea por algo.

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