lunes, 23 de febrero de 2015

Quiero dejar de ser un #DentroDeMí (Retrato de una sordera)

Soledad aislante, silenciosa de fuera y llena de ruidos interiores.
El mundo externo transcurre como una película en la que no tengo papel. 
Lo esencial está dentro y dentro sólo hay sonidos no elegidos. 
Coches que casi me rozan, lejanos en el tiempo y en el espacio. 
Una amiga que me cuenta su historia como si no fuera conmigo, en otro mundo, en otra dimensión que no es la mía. 
Camino por una ciudad que también ha dejado de ser propia, sin rumbo, sin brújula. 
Mi voz me es ajena, lejana, molesta. 
De la música pierdo tantos matices que no sé si la reconozco.
La radio, compañera de mañanas de té y zumo, se ha convertido en trasto olvidado que se llena de la pringue de la cocina. Ni me acuerdo..
Te escucho la voz en el teléfono cuando me aferro a él y pareces querer devolverme a la realidad exterior pero esta vez no lo consigues, sin embargo te escucho.  No así tu timbre cuando me has llamado.
El agua de la ducha percute y repercute sobre mi cráneo. Su sonido queda amplificado mientras que la que cae suena lejana como si no fuera la misma, como si no viniera resbalando de mi propio cuerpo.
La voz de mi pequeño detrás del coche se pierde en la intención de captarla, en el mismo lugar a donde van los besos que no damos.
Oigo, en cambio, los ruidos de mi cerebro, los de siempre, y los nuevos, amplificados. Los fluidos, el aire entrando por mi nariz, la sangre palpitando en mi cabeza, las articulaciones cuando la giro. Parece como si sólo quedara eso.
No quiero este ensimismamiento. Nada tiene que ver con ese lugar profundo que se convierte en alcoba, en haz de luz, en silencio del Ser, en vacío lleno de contenido.
Éste en cambio me separa de ti, de mí mismo, del Misterio. Me aísla de los sueños, de la atmósfera, del equilibrio, de la ubicación, hasta de los olores. 
Hoy me queda el miedo y la congoja de esta sensación de estar perdido, de habitar el limbo como patria. 
El miedo de si alguien de nuevo me sacará del útero en el que estoy atrapado.
Lejos, lejos de todo y de todos.
Quiero volver a respirar ese aire confiado que llenaba mis pulmones de certeza, de hogar compartido, de piel contra piel, de silencio común, de sueño entendido.
Todo parece estar parado, ajeno, distante. 
¿Para qué todo esto? ¿Qué tengo que aprender? ¿Qué tengo que decirme que no me he dicho? Qué me has dicho que no quiero escuchar?

Hace tiempo leí un libro que se llamaba "Quiero dejar de ser un dentrodemí". Lo escribía un chaval autista, sobre su experiencia de introversión obligada. Nunca lo olvidé. Hoy lo recuerdo de manera especial. 
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No obstante, hay algo que no se va y que queda. Que las lágrimas desenfocan pero no arrasan. Algo que no puedo definir pero que permanece. Un núcleo imborrable. Algo bueno

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