Carta a Carmen: activista, lesbiana y cristiana
Pepa Torres.
Querida Carmen:
Acabo
de leer tu carta y como siempre desde que te conozco me ha emocionado tu
palabra honda, tu pensamiento crítico y tu convencimiento, que es también el
mío, de que es urgente seguir apostando por la construcción de una iglesia y
una sociedad liberadas del pecado de la homofobia. Me compartes en ella la
sorpresa, la esperanza y también la ambigüedad que supusieron para ti las
declaraciones del papa Francisco, sobre los homosexuales y el matrimonio de
personas del mismo sexo hace un par de años [1].
Dices
que tu primer sentimiento fue de “perplejidad gozosa” ante unas palabras que
hace tiempo habías dejado de esperar de las autoridades eclesiásticas, ya que
lo habitual suele ser el “maltrato” o la cosificación, quedar reducidos a “tema
de catecismo o doctrina”, y negar vuestra radical dignidad de personas, hijos e
hijas de Dios, hermanos y hermanas a imagen y semejanza del Amor, obra de su
Espíritu diverso y portadores y portadoras de él como un don para la comunidad. Compartes
también la experiencia de “alivio” inicial que te embargó, así como la fuerte
“convicción interna” que experimentaste de que el Evangelio es verdad y no
letra muerta, y que con la fuerza de su espíritu las palabras y obras de las
cristianas y cristianos han de estar en continuidad con ella, algo que
frecuentemente, dices en tu carta, cuesta historizar en la iglesia, de modo que
más que una comunidad de amor se convierte en una “comunidad de ley” que expulsa
a los y las diferentes.
Por
eso quizás las palabras sencillas del papa “Si una persona es gay y busca al
Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?” te evocaron de
forma inmediata las de Jesús: “No juzguéis y no seréis
juzgados” (Mt 7,1-5), “Yo no te condeno” (Jn 8,1-11). Pero
junto al alivio te refieres también a un sentimiento de malestar, como un
aguijón en la piel, ante la extraña sensación de tener que ser perdonada por lo
que eres. Añades también que tu deseo más hondo en la iglesia no es ser tratada
de forma paternalista o benevolente, que no quieres ser objeto de su
misericordia sino sujeto activo en ella, con acceso a la plena participación en
sus ministerios. Me conmueve tu insistencia en que las lesbianas y los gays no
sois una “desviación a corregir” ni enfermos a tratar con terapias
restaurativas, sino que a lo que nos urgís, como bien dices, es
a combatir el pecado de la homofobia y la violencia del heterosexismo
dominante dentro y fuera de la iglesia. En tu carta me
compartes también con dolor el sentimiento de invisibilidad que como mujer
lesbiana sigues teniendo en una iglesia que no se atreve ni a nombrarte, sino
que designa e incluye tus sueños, tus luchas, tus sufrimientos, en el “molde
masculino”, reproduciendo así el patriarcalismo que tanto daño hace a quienes
existen, viven piensan y se aman más allá del binarismo sexual.
Tu
carta, querida Carmen, una vez más me ha dado que pensar. Nunca me cansaré de agradecer a Dios el gran regalo que sois en mi
vida tantos amigos gays y lesbianas y cuya autenticidad y
generosidad ha fortalecido siempre la mía y me ha abierto a nuevas perspectivas
y visiones sobre la sexualidad, el amor, la libertad, el respeto, y la
diversidad en la comprensión de lo que significa ser persona y sin las cuales
hoy no sería la mujer creyente que soy. Hemos sido compañeras y compañeros en
muchas búsquedas y luchas comunes. Desde pascuas juveniles donde nos
preguntábamos por el sentido de la vida, a otras por una sociedad más inclusiva
e igualitaria: movimientos vecinales, reinserción de personas drogodependientes
y presas, comités antisida, colectivos feministas y de derechos humanos. A
menudo he sido testigo de la paradoja de vuestra militancia, comprometidos en
las causas de otros y con otros, pero invisibles y silentes en la vuestra, por
el alto precio que teníais que pagar incluso en el seno de los propios
colectivos en los que nos encontrábamos, como bien refleja aquella película que
vimos juntas hace ya tantos años La muerte de Mikel.
Hoy
me gozo con vosotras y vosotros de lo que ha supuesto en vuestras vidas y
también en la mía y en la de la sociedad española, vuestra “salida del armario”
y la visibilidad pública de vuestras (y también nuestras) luchas. En estos
tiempos que corren de recortes de derechos y de libertades me alienta seguir
haciendo el camino juntas denunciando políticas excluyentes y exigiendo que se
promulguen leyes que equiparen los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y
transexuales y protejan de la discriminación [2].También las
declaraciones del papa Francisco avivaron mi esperanza, a la vez que considero
que es urgente ir más allá de las declaraciones compasivas yactivar la realización de cambios profundos en el decir y el hacer
de la iglesia en este tema. Creo que es imprescindible la
apertura a nuevos paradigmas científicos y filosóficos y a
hermenéuticas que ponen bajo sospecha la ideología heterosexista como un ídolo
dentro de la propia teología y como “norma” y paradigma de lo humano. Es
necesario que la teología católica dialogue con las teorías sexuales
constructivistas [3] y se libere
de la violencia epistémica que reproduce a su vez nuevas violencias y
opresiones sobre quienes no se identifican con la heterosexualidad.
Junto a ello espero también que se
lleven a cabo modificaciones concretas en el estatuto vigente sobre cristianas
y cristianos lesbianas, gays, bisexuales o transexuales en la iglesia, así como
en la doctrina expuesta en el catecismo y en el Código de Derecho Canónico
sobre la homosexualidad, pues legitiman la violencia y el sufrimiento de los
homosexuales y lesbianas en todo el mundo. Creo sinceramente que pasar de los
gestos a la praxis significaría por ejemplo favorecer campañas sobre el uso del
preservativo para combatir las enfermedades de trasmisión sexual en el mundo o
avanzar en algún tipo de declaración pública en el marco de la ONU condenando
la persecución de los gays y lesbianas y no avalar así con el silencio, el voto
y la complicidad del Vaticano la persecución y los crímenes por la orientación
sexual como sucede en tantos rincones del planeta.
Querida Carmen me alegra también mucho
lo que me compartes de tu relación con Isabel. Creo que a estas alturas
de vuestras vidas con 25 años de vida en común y tantas dificultades y barreras
como habéis tenido que saltar juntas vuestro amor es un amor a toda prueba y
vuestra unión y fidelidad es para muchos de nosotras y nosotros un símbolo de
la incondicionalidad del amor de Dios por su pueblo. Dios bendice vuestra unión
y se goza con ella. Me alegra que deseéis celebrarlo y comprometer públicamente
vuestro amor aunque sea en la intimidad de algunos amigos y amigas y
familiares. Por supuesto, no faltaré a la cita.
Ya
para despedirme me gustaría hacerlo recordando juntas aquellos textos que
compartimos hace ya algún tiempo y que tanto bien te hicieron. Me refiero
a las declaraciones del obispo anglicano Mauricio Andrade en las que se
afirmaba que la orientación sexual no es lo que define nuestra salvación ya que el Evangelio proclamado y encarnado por Jesús fue contracultural e
inclusivo con todos los marginados y marginadas y que no
existe ninguna palabra o gesto de condena en el Evangelio sobre la
homosexualidad o el lesbianismo, sino que por el contrario, Jesús escuchó y se
hizo cargo del sufrimiento de un hombre que amaba a otro hombre y que acudió a
él pidiendo la salud-salvación de su amante[4].
Desde
que nos conocemos hemos hecho cada una un largo camino de crecimiento personal
y madurez y en él nuestras diferencias han sido siempre una riqueza y una
oportunidad, deseo de todo corazón que así siga siendo. A estas alturas de
nuestras vidas sabemos que “todo va siendo poco a poco mejor”, por eso con esta
expresión “it gets better”, termino mi carta y me sumo con ella a la campaña
llevada a cabo en Estados Unidos por el obispo episcopaliano Gen Robinson
contra la homofobia[5].
Con todo mi cariño.
Pepa
***
[1] Declaraciones
del papa Francisco a su regreso de la JMJ en Brasil en
http://www.vidanueva.es/2013/07/31/transcripcion-completa-de-la-entrevista-del-papa-francisco-en-el-avion-de-brasil-a-roma/ y
en la entrevista realizada por Antonio Spadaro, director de Civiltá Cattólica al papa Francisco, en http://www.razonyfe.org/images/stories/Entrevista_al_papa_Francisco.pdf
[2] Manifiesto
de Crishmon con motivo del día del orgullo LGTB2013, en
http://www.crismhom.com/
[3] Me refiero
por ejemplo a las teologías sexuales “Queer”. Cf. MARCELLA M. ALTHASU- REID, Teologíaindecente: Perversiones teológicas en sexo, género
y política, Bellaterra, 2005.
[4] Citado en
CYNARA MENEZES, “¿Es pecado ser gay, Una opinión evangélica de líderes cristianos?”,
en http//comunidadereflexionyespiritualidadeva.blogspot.com.
Me refiero también a XAVIER PICAZA, “Jesús sana al amante del
centurión“, http://www.cristianosgays.com/documentos/
[5] Mr. Gene Robinson en “It
gets better” en http://youtu.be/nPBCb-tkpfM
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