sábado, 27 de abril de 2013

Abrazos

Anoché volví a tener la misma sensación, la ciudad me abrazaba. Recuerdo que la otra vez hasta llegué a llorar de emoción (supongo que la cerveza escocesa ayudaría a ello). Intento describir el origen del sentimiento pero me cuesta encontrar palabras. Algo sublime que une lo de arriba con lo de abajo, si es que alguna vez hubo diferencias. La constatación de formar parte de lo que me rodeaba y de que lo que me rodeaba no me era hostil sino amigo. La comunión entre el espíritu, Dios y la gran urbe con sus edificios, sus plazas, la gente que pasaba, la gente que dormía. Como si todo, también yo, fuésemos expresión de un Uno. Nada ajeno, todo familiar, y como si eso fuese la mejor manifestación de la belleza...
Esa sensación de acogida de la ciudad que se repite es un signo más de ese deseo interno de hacer proyecto... Para ese proyecto hacen falta espacios.

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