lunes, 10 de marzo de 2014

Retazos

31 de julio de 1996

Señor, hazme libre de todas las cadenas que me aprisionan. Libérame de todo lo que me preocupa; sólo quiero ser siervo tuyo, siervo de tu amor. Desnúdame de mis pasiones que me impiden moverme y caminar contigo. No quiero volverme a atar a nada de este mundo. Déjame volar por tu cielo.


1 de agosto de 1996

Quiero, Señor, que mi vida sea una continua acción de gracias a ti, mi Maestro Bueno. Quiero ser un canto de alabanza al Dios que me ha creado y que no me ha descuidado. Me has seducido, Señor, y me dejé seducir. Que mi gratitud sea la llave que abra tu corazón.


3 de Agosto de 1996 (Fátima).

Orar contigo, María, como me enseñaste cuando pequeño. Orar juntos y alabar al que obró en los dos maravillas; descansar en tus brazos y que tu canto me eleve al que te prefirió. No permitas que me aparte de ti como otras veces, pues sin ti mi alma se vuelve fría. María, mi Madre Buena, enséñame a orar como lo hacías en el Cenáculo. Quiero que me conduzcas al que habitó en ti. Que la efusión amorosa del Espíritu que se posó en ti  me salpique, tan sólo un poco. Aquí, en tu tierra, te pido de nuevo el aceite de mi lámpara. Que tu "sí" resuene en mis oídos para siempre.

Señor, dame fuerzas para superar la prueba de mi vida. Hoy sé que nunca estará por encima de mis fuerzas. Señor, que mi vida sea una obra constante para tu gloria. Que olvide mi propio interés y busque siempre el de mis hermanos.


5 de agosto de 1996 (Fátima)

Señor, no permitas que olvide nunca tu presencia en la Eucaristía. Quiero sentir siempre tu aliento rozando mi alma. Que la rutina no contagie nuestra unión amorosa. Siempre tú y yo, Señor. Que cada vez que te reciba sea un nuevo abrazo de nuestras dos soledades. Te amo, mi Dios.

6 de agosto de 1996

Hoy te he visto, Señor, desfallecer de nuevo por el peso de mi dolor. Tu amor me estremece mis fibras más íntimas. Has cargado de nuevo con el sufrimiento de mi humanidad y has caminado al monte de la purificación. Me siento liberado, mi Dios, pero ¿cómo puedo verte morir por mí sin que se me escape una lágrima? Déjame tan sólo acompañarte y, quizás, por el sendero, a ratos, pueda ser tu cirineo.


7 de agosto de 1996

Amar sin medida. Navegar, abandonarme en tu Espíritu para impregnarme de tu amor. Sólo así es posible. Sólo en tu amor, mi Dios, podré amar. Amar sin límites; tan sólo eso.

No hay comentarios: