domingo, 23 de marzo de 2014

Otra Sevilla

Hoy, una vez más, he paseado por Sevilla. Creo que no soy una persona chovinista pero tengo muchas veces la sensación de que de la ciudad emerge una energía especial. Imaginaros con la luz de una tarde de primavera como la de hoy, el olor del azahar explotando y todos los tópicos que queráis ir añadiendo pero que no dejan de llenarla de belleza por mucho que se repitan.
He tenido esa sensación mientras la pateaba, sobre todo al cruzar el puente de Triana, pero a la vez el sentimiento de que algunos de esos tópicos, sobre todo los culturales-festivos-religiosos, me cansaban, de que esa salsa ya me empachaba un poco. El sevillanismo o la sevillanía: los trajes de chaqueta por ser… un-domingo-de-cuaresma-de-cultos-de-semana-santa, la manera característica y repetida de vestir de muchos sevillanos y que sólo he encontrado en esta ciudad, la Sevilla de charanga y pandereta, de toros, de corpus, de albero en el ruedo, en la feria y en los pantalones, de patillas, castellanos, ojos vidriosos ante el Cristo puesto de la misma manera que el año pasado y que hace 30 años, la gomina y el escudito de la hermandad en la solapa… O me estoy volviendo viejo y demasiado cascarrabias o quizás todo esto se me quede pequeño ya.
No quiero presentarme como alguien por encima de todo esto, ni mejor que las personas que siguen emocionándose con las mismas cosas año tras año. Ciertamente que no. Pero tanto “tipiquismo” ¿no hace que nuestra ciudad se consuma en un barroquismo cerrado que le pinta una imagen en el exterior de hortera? Como últimamente me muevo algo por ahí, he ido percatándome de la opinión que tiene el resto de Andalucía y de España sobre los sevillanos. Y no me agrada escucharlo. Seguramente somos tan etnocéntricos que diremos que eso es la envidia. Pero ¿somos tan abiertos como presumimos? ¿Se da esa apertura a lo nuevo, a las actuales tendencias en lo cultural, en la manera de relacionarse, de entender el mundo, de vestir, de inventar…? Cuando estoy en Madrid o Barcelona me digo, “cuánto nos queda a los sevillanos” y no porque todo lo que se viva en la gran urbe sea bueno. Sevilla está llena de ventajas que ya quisieran otras ciudades (su propia belleza por sí sola, su comodidad para moverse, la identidad de alguno de sus barrios…) Me refiero sobre todo a la posibilidad de ser cosmopolita y moderna sin perder su identidad esencial. ¿Es posible eso?
No quiero caer en lo que critico tantas veces y generalizar. Hay gente que sin dejar de admirar la belleza de los parámetros culturales más identitarios, están abiertos a otras formas, crean, inventan, innovan, y piensan y sueñan con otra ciudad mejor posible, otro mundo, otra manera de ver la realidad, otros prismas para esto.
En medio de tanta sevillanía, me quedo con la imagen de esta foto. En medio del barrio de Triana, en la calle Pureza, en una preciosa casa sevillana. Otra Sevilla. Ojalá.

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