domingo, 19 de julio de 2015

Más allá de las letras

Más allá de unas letras.

La expresión escrita siempre ha sido una manera privilegiada para los que somos tímidos y tenemos cosas que comunicar. La lectura y la escritura han sido vía de escape, construcción de un universo, manifestación de lo que vivía con toda su profundidad y seriedad. Cuando tenía un ambón por delante me limitaba a transmitir aquello que previamente había brotado fluidamente de manera casi automática. He sentido siempre que había un empuje vital en lo que escribía y muchas veces me ha servido para narrar la experiencia inefable de lo que era más interior que yo mismo.
Cuando surgieron las redes sociales pude hacer público mucho de lo que tenía y de lo que surgía de dentro. Blog, facebook, twiter se convirtieron en un nuevo púlpito con sus ventajas e inconvenientes. Porque también surgió en mí la necesidad de la opinión, no sólo de la expresión de la vivencia interior o de la exhortacion espiritual o de compromiso. Los duros tiempos de la indignación política, mi despertar a esta dimensión, la implicación en la lucha social en la defensa de los derechos humanos, etc. alimentaron en mí el deseo de expresarme también en estos terrenos.

Últimamente reflexiono bastante sobre ese hecho, porque no sé hasta qué punto trae más bien que mal. Y es que observo lo siguiente:
Los tiempos que corren hace que las posturas ideológicas se enarbolen con más vehemencia. Hay gente a la que estimo, a la que considero de gran calidad humana que piensa de manera diferente. Eso es una riqueza. Si creo que la variedad cultural y religiosa lo es, no lo va a ser menos la política. Eso no quita que a veces me enerven determinadas publicaciones o comentarios (muchos de ellos me parecen que engrosan una sarta de opiniones que caen en un alarmismo infantil y sin fundamento). Sin embargo opté hace mucho tiempo por no entrar y opinar. A veces lo he hecho cuando se trataba de acciones que tocaban los derechos fundamentales de las personas.
Pero mi reflexión va más allá. Definitivamente el debate en estos lugares no es productivo y a veces deja de ser hasta humano. Las redes sociales como medio de expresión me parece que son una herramienta que bien utilizada puede llevar a mayores cotas de compromiso. Pero el debate ideológico siento que aleja. Y me estoy refiriendo no un debate necesario, desde la madurez y, si es posible, desde la serenidad... pero,  ¿eso puede darse por aquí?
¿Qué interviene en estas redes cuando comentamos en la contra a un conocido o amigo sobre algo que ha publicado y referido a la política? ¿Qué falla en esa comunicación? ¿Qué cosas no se dan?
Evidentemente la comunicación no verbal es fundamental, el ver el rostro del otro al que aprecias, al que conoces, su voz que te es familiar, sus gestos, su mirada... Eso dulcifica la intensidad ideológica, la irascibilidad que se crea por planteamientos contrarios.
A veces, cuando entro en esos debates por aquí, me doy cuenta de que ya he dejado de tener delante a la persona real y el interlocutor se convierte en algo impersonal que simplemente me está llevando la contraria. Ahí el ego se dispara mucho más, se ofusca, se vuelve irascible, ataca, usa la ironía y la comunicación pierde su dimensión fundamental, precisamente de eso, llegar a un entendimiento. Y nos convertimos en dos o tres "egos" a ver cual de ellos suelta la frase más ocurrente o que deje al otro callado o en ridículo.
La dialéctica es connatural a la democracia, pero hay que saber debatir. Hay que hacer un ejercicio previo de situarse en el papel del otro, empatizar, hay que saber escuchar, incluso hay que ponerse en el caso de que quizás el otro pueda tener razón. Eso es complicado hacerlo cara a cara, se necesita un bagaje y una predisposición que no se inventan del día a la noche. Para escuchar de verdad hay que, incluso, desposerse de la "propia verdad" durante el tiempo en el que el otro habla. Si eso es complicado en el tú a tú, imaginaros en estos sitios.
Últimamente y después de ciertos debates por aquí, me he sentido algo más lejos de gente a la que quiero. Y me niego a que eso pase.
De momento quiero negarme también a no poder opinar, a expresar lo que siento. Ya me cuido bastante de no apoyar directamente a ninguna formación o a criticar sin más a algún político ironizando sobre él. Pero no sé si tengo que dar algún paso más.
En esta sociedad convulsa tenemos el reto de no dividirnos a causa de la ideología. La ideología es construcción de la mente, dirigida por el ego. Necesaria para dar cuerpo y constructo a organizaciones que crean la política (la política en su sentido originario y primordial es algo fundamental para la construcción de la sociedad), pero sin olvidar que no es más que eso, un conjunto de ideas que pueden ser instrumento pero que hay que traspasar, trascender cuando se pongan en juego otras cosas como la lucha real por la justicia, el codo a codo, la tolerancia, el ser capaces de construir juntos una sociedad mejor.
La devoción y adoración a una ideología lleva al fundamentalismo y ya sabemos las consecuencias de esto.

No hay comentarios: