domingo, 7 de junio de 2015

Cuatro "noes" en siete.

Vanidad de vanidades...Nada hay, sólo frustración y quiero que esa me engulla para que ni la perciba. Nada es cierto, ni la música ni la luz.
Se me pide que abandone el deseo y la expectativa, maldita esta última palabra que esta noche me provoca nauseas. Ni dios ni mendigo, no soy nadie, nada, pero no la nada mística, el vacío pleno, sino el infierno tragándome.
Y tengo que volver a la cama que ni me duerme ni me acuna y que esta noche, para colmo, huele a esta mierda.
No hay caricias que valgan porque hasta las propias me saben al desatino frenético de la ternura deseada y prohibida. Y no soy capaz de quitarme el perfume que ya no sé a quien pertenece.
Más perfumes, más expectativas, más frustración, más abandono, en el que aprendí a verme y al que atraigo porque no hay nada más. Un cúmulo de historia tras historia, de no acabar de no empezar. Cuatro noes en siete son todos los que quiero, No quiero nada más, ni lágrimas que ya ni limpian el rostro embarrado.
Rostro embarrado, un pequeño que no deja nunca de estar triste. Amasijo de carne en piltrafa. No hay ser, sólo estar, estar de mala manera, estar de vuelta de nada. No aprender, sólo desear una y otra vez. Y no llega y no hay y no existe, no existo ni yo. Ojalá.
Sólo hay una cosa, permitir que esto esté pasando, sin resistencias, igual pasa algo, igual conecto con lo que no hay, o igual me pierdo definitivamente y se acabará el dolor. Y a dónde voy, sin cama, sin manos, sin dermis ni epidermis, con sólo el horrible perfume castigador.
Dejar que pase, dejar que pase y ver qué pasa.

No hay comentarios: