martes, 28 de abril de 2015

La ira

"La ira no siempre es pecado. En ocasiones puede ser una virtud, una fuerza moral... Jesús también se airó a veces...se llenaba realmente de ira cuando veía la injusticia, la santurronería, la ceguera y la crueldad de quienes hacían sufrir a las personas... la ira de Dios es la ira... de los oprimidos y la de todos aquellos que viven en solidaridad con ellos. Es la experiencia de la indignación a la vista de la crueldad humana. Esta ira es parte esencial de todo auténtico y profundo amor a los demás.
... El pecado no es la ira, sino el alimentarla. La ira es una poderosísima fuerza motora y los que no son capaces de airarse son débiles e ineficaces. El amor sin ira no sólo es tenue y apático, sino que no es amor en absoluto... los que se mantienen "amables" y "suaves" en cualquier circunstancia son unos cobardes tímidos y asustadizos. Un amor vigoroso, decidido y eficaz es un amor airado. La ira no deber ser alimentada sino transformada en impulso, energía, determinación, creatividad y coraje.
Los que no son capaces de sentir ira por lo que está ocurriendo... es que no aman realmente a la gente... si no experimentamos ningún sentimiento de ira por lo que se está haciendo a la gente, tampoco experimentamos a Dios".
Albert Nolan. "Dios en sudáfrica: el desafío del Evangelio".

Albert Nolan, sacerdote dominico, escribe estas palabras sobre la ira en la época del apartheid en Sudáfrica. Es una interesante reflexión a tener en cuenta. La ira como energía vital hay que saber reconducirla, no replegarla ni reprimirla como puede derivarse de determinadas prácticas o escuelas orientales o como el mismo cristianismo ha postulado en algunas ocasiones.
Ira fue lo que sentí ayer ante las declaraciones de la Sra. Aguirre sobre los  indigentes en Madrid. Una auténtica maniestación de una ideología de fondo perversa y malvada. No suelo hablar directamente de los políticos, pero en este caso la indignación es tan fuerte que no puedo callarme. Anteponer la imagen del centro de Madrid, poner por delante el interés de los turistas que llegan y que son los que verdaderamente dejan dinero en la ciudad (casi que cito textualmente), sin tener en cuenta la cantidad de factores y causas que han llevado a las personas a la calle, me parece de una crueldad supina. Esta señora quiere gobernar Madrid, y posiblemente salga elegida, lo cual aumenta la indignación.
Canalizar nuestra ira para transformarla en energía vital para que cosas como éstas y otras tantas no pasen es lo que nos queda.

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