martes, 28 de abril de 2015

De insomnios

Dicen que los mensajes lanzados al Universo, cuando brotan de lo más profundo de nuestro ser, son recibidos por Éste y abundantemente respondidos. Publicar ese mensaje en este universo particular de redes sociales tiene los riesgos de la desnudez ante vete tú a saber quién. Y me advierte gente querida de que debía ser más precavido. Yo sin perder la prudencia puede que caiga a veces en el moderado desatino de mostrar algunos poros por los que transpiro. Defecto o virtud de los circunstancialmente solteros, sin cargas familiares y con muchas cosas que decir. No siento que me haya ido mal, a veces incluso bien. Y si alguien lo ha utilizado en mi contra no lo he notado. Pues eso, que lo que se mueve por dentro es tan intenso que no me deja dormir, y que me toca contar desde dentro, "despelotarme" un poco y que el sol salga por Antequera. Lanzo al Universo escuchante, al Dios Padre y Madre de mis ancestros, al Cristo Cósmico mi mensaje, mi sentido y sensibilidad, mi queja y petición.
Lo cosa es que viendo el programa de la Sexta, Objetivo Lampedusa, es tanto lo que se remueve que aquí ando, cavilando y maquinando. Esta noche no me conformo con el "ya llegará". Mi viaje a Marruecos-Ceuta, programas como el de esta noche, el contacto con la gente que he dejado allí, etc. actualizan las ganas de volver a encontrarme en ese lugar que tanto bien me hizo: el de la acogida. Y pienso cuánto trabajo está costando. Siempre tengo presente las palabras del obispo cuando le comuniqué que dejaba el ejercicio del ministerio: "Que sepas que te vas a quedar en la más absoluta intemperie". Él lo lanzó como una especie de advertencia disuasoria, pero la frase se convirtió en una auténtica profecía. La intemperie porque se caía el "hábito" del rol institucional que tanto viste, convence, te abre, te sube, te hace "amable". Cuando se cayó el rol muchos se fueron (asustados, decepcionados, impactados...) otros muchos se quedaron, pero ya no era lo mismo: "éste... a ver por dónde sale, qué nos cuenta, lo que cuenta suena bien, pero, ya no es igual..." Y sí, está costando. Está costando entrar de nuevo en la red, poder decir algo, que la gente se lo crea. Y, que no pido un viaje a la luna ni una finca en Vejer de la Frontera (vengo de allí, y me encantaría, por cierto). Pido volver a estar en ese lugar que me conecta más conmigo mismo: el lugar del encuentro con el que sólo en apariencias aparece diferente, el lugar de la hospitalidad, de la sensibilización, del camino andado juntos. Pido un tiempo en las fronteras: las físicas (Lampedusa, Ceuta, Melilla, Nador), sabiendo que no tengo edad de voluntariados y que no es mi lugar definitivo... pero sí, un tiempo de experiencia de aprendizaje para volver y contar y abrir esos espacios de bendición. O las interiores, aquellas de las palabras, del diálogo, de la persuasión, la denuncia, la sensibilización. Pues, como por pedir que no quede y me creo aquello de "pedid y se os dará", también pido que Espacios Berakah​ se haga realidad. Que haya gente que lo sienta de verdad conmigo (de la manera que sea pero en su esencia), que alguien sueñe con ello, que se abran puertas, que se me abran las puertas, que se vuelva a confiar en mí, así, a secas, ahora sin roles, sin vestimentas, más puro, sin aditamentos.
Sigo eligiendo esta forma, no hay vuelta de hoja. Es cierto que el ego echa de menos los parabienes y agasajos, las consideraciones y el entrar por la puerta ancha. Pero ahora creo que me salvaguarda algo: la experiencia de que el ego se infla con la misma facilidad que se desinfla y de que es insaciable. Quiero sólo lanzar al Universo, y a alguna oreja afinada con intuiciones que estoy dispuesto, que es tarde, que es ahora: quiero acoger, porque la acogida es el camino, mi propia salvación y la del mundo.
Si aun no toca, no pasa nada. Seguiré viviendo en este compás de espera productiva y más o menos serena, con algún que otro desvarío de éstos que tendréis que aguantar los que normalmente ya lo hacéis.
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