viernes, 20 de noviembre de 2015

Si comprendieras lo que es la paz

"Si al menos tú en este día comprendieras lo que conduce a la paz..." Lc 19, 41
Parafraseando el evangelio de hoy.
Habrá que recuperar una de tantas frases hechas que solemos compartir por estos lares y similares:
La paz nace de la justicia. "La paz y la justicia se besan" que nos dirá el Salmo 84.
Y tendremos que dejar de teorizar sobre ello y dejar de apuntarnos al sentimentalismo casposo y creérnoslo de verdad. Que la solución a la guerra y a la violencia, no es más guerra y más violencia, que no son bombas, ni alianzas para bombardear. Que la única solución es la justicia y que la justicia pasa por dejarnos de dobles discursos morales. A saber:
- Queremos el fin de la violencia mientras que seguimos fabricando y vendiendo armas a "los violentos".
- Señalamos como los malos de esta película de ficción mientras, bajo cuerda y por encima de ella les seguimos comprando petróleo.
- Nos interesa que se peleen porque a "río revuelto ganancia de pescadores". 
Para que haya justicia los gerifaltes de esta historia tienen que dejar de seguir embolsándose los millones de lo que sea a costa del pueblo sin futuro.
- Que sean los pueblos los que decidan cómo tienen que gestionarse sus propios recursos.
- Que se potencien otras energías aparte del petróleo. (Y de camino le hacemos un favor a nuestra madre tierra, que sería la mayor justicia de todas).
- Que se tengan en cuenta las minorías culturales, y religiosas, que se revisen la fronteras hechas con papel y boli de intereses espúreos. 
Hacer justicia será tener un nuevo modelo de integración social a dos bandas, donde el recurso de barrio guetto se acabe. Donde se le dé real protagonismo en la construcción de la ciudadanía a las personas inmigrantes de primera, segunda, tercera generación. 
Hacer justicia pasará por un diálogo interreligioso eficaz, afectivo, buscando lo común. Tendrá que haber mensajes contundentes de los líderes religiosos, mensajes de unidad, de tolerancia al diferente.
Por último (por último con respecto a este discurso mío, porque quedarían muchos otras cosas), no se puede olvidar que una de las causas fundamentales de que tantos jóvenes se estén alistando al bando del terror, no sólo tiene que ver con sus condiciones socioeconómicas sino con una radical ausencia de referencias morales, filosóficas, espirituales.
Incido en esta última porque en este caso, lo pretendidamente religioso no tiene nada que ver con lo espirtual. Es necesario volver a dotar de sentido porque el sentido perdido es una de las causas fundamentales para apuntarse a cualquier tipo de ideología nociva y perniciosa.
Es fundamental recuperar la dimensión profunda del ser humano, si no todo será ideología y no habrá más que lucha de unas contra otras. Y, ojo que, incluso la búsqueda de los derechos humanos y de la misma justicia puede convertirse en mero discurso ideológico si no está apoyado en una auténtica profundización en nuestra esencia como seres humanos. Sólo desde ahí se podrá ir proponiendo, sugiriendo. El diálogo que tenga como base esa esencia común a todo ser humano será el único válido para seguir construyendo, para que se acabe el odio y la violencia.

Como vemos, muy al contrario del empleo del recurso rápido y visceral de responder con más violencia, la tarea que se nos ha encomendado es lenta, ardua, y exige una inteligencia emocional y espiritual a las que sólo se accede desde el silencio compartido y la palabra que nace de él, desde volver a hundir las manos en las raíces que nos sostienen.
Si realmente comprendiéramos lo que significa la paz...

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