miércoles, 27 de mayo de 2015

24M

Alguien que me acompañaba a las 8 de la mañana en la convocatoria de la mesa electoral (yo, de tercer suplente y por eso puedo contároslo) me decía que nunca había votado (treinta y largos años). Yo le soltaba la manida frase:"Entonces, luego, no te quejes." Y me respondía que ella no se quejaba., que ya se sabía, lo de la crisis y tal y que todos chupan del bote y eso... pero que, para qué votar. Estos días me preguntaba que dónde estaba realmente el problema para que, a pesar de los pesares, haya tanta gente que prefiera mantener el status quo y no haya una mayoría suficiente ilusionada con un cambio real. Creo que aquí está la cuestión: no es el hecho de que haya mucha gente que no vaya a votar, sino el de la desidia generalizada, la falta de preocupación por la realidad, el no ser capaces de levantar la mirada más allá del ombligo del propio microcosmos, la incapacidad de ver fuera del autoencapsulamiento... eso para los que no votan y para los que votan sin un mínimo de crítica o de empatía con la realidad que circunda y que va más allá de la puerta de la casa.
Siento que este es un fin de semana especial. Confluye que es la fiesta del Espíritu, esa potencia creativa, en movimiento, artística, que impulsa a la evolución, porque no es ni más ni menos que la Vida en ebullición. El mismo Espíritu que impulsó a #OscarRomero a poner a los excluidos del Salvador en el centro de su corazón, el mismo que ha llevado a la Iglesia a reconocerlo como modelo (la del pueblo lo hizo al momento, la institucional, a los 35 años de su muerte).
Es posible que ese impulso de Vida, de reconocimiento de aquel que dio la suya por los desplazados para recuperarla de nuevo en su pueblo Resucitado, ese hálito de solidaridad, de novedad, haga del día de hoy una jornada histórica a nivel político.
#AVotar

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