Antonio COLINAS, Tres
tratados de armonía, Tusquets, Barcelona 2010.
(Fragmentos)
La fuerza
más íntima y profunda proviene del amor. Cuando el amor está presente el ser humano (el hombre) se enciende. Cuando
está ausente, se enfría. Y cuando
desaparece por completo, muere. Es necesario comprender que la vida de
cada persona se configura conforme a su
capacidad de amar.
Pasamos los años haciéndonos desesperadas preguntas
y no sabemos que, a nuestro alrededor, todo son repuestas. Ahogados en un
turbión de preguntas no queremos o no sabemos ver las respuestas continuas que la naturaleza nos da. Rara vez aceptamos
el mundo tal como es: como una única y clara respuesta.
Armonía es la
palabra clave. La vida, el mundo es una armonía que nos empeñamos en vivir en
desarmonía. Seguir los ciclos, las estaciones, las mutaciones naturales,
observar el curso del macrocosmo y del microcosmo y adaptarnos
periódicamente a ellos. Vivir en
plenitud; esperar con calma cuando nos asalta algún mal. Evitar en cualquier caso
la desarmonía. Esta es la clave del ser.
Las ramas
desnudas del almendro llenas de gorriones. También ellos sueñan las flores, los
frutos, bajo el negro chaparrón de noviembre. Los gorriones son ahora los
frutos del almendro. Dentro de poco, cuando se haga de noche, los frutos del
árbol serán las estrellas. Hasta las cosas más desnudas tienen y dan sus frutos.
Ser, ante los males de todo tipo, lago sereno. Ser,
en nuestro avanzar, arroyo claro. A la manera del lago sereno alejar en
silencio las ondas que en nosotros provoca cualquier piedra arrojada, cualquier
perturbación, y volver a la calma. Avanzar como el arroyo, derramándose en los
espacios libres, pero rehuyendo las rocas impenetrables. O desgastarlas
suavemente, lentamente.
El noctámbulo ruiseñor, tras cantar en la sombra
con los ojos llenos de luna, afronta la luz del alba descansado y dichoso. Su
canto, fresco y profundo, aún se remonta por encima del canto del resto de los
pájaros, que nada han sabido de la noche. Los pájaros del día solo creen en el
mundo que ven. El ruiseñor penetra y penetra la sombra con su canto y de ella
extrae (y nos extrae) la otra realidad.
Luego, repentinamente, cuando la cigarra calla, el
silencio me invade. Y, en mi interior, este silencio se torna dulce vibración,
armonía.
La soledad funde la multiplicidad. La soledad
deshace la dualidad. La soledad es la Unidad.
Las tres vías más directas para acceder a la Armónica Unidad : soledad,
serenidad, silencio.
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