miércoles, 13 de enero de 2016

La edad media de mi edad

"La edad media de mi edad
se tiende a la expectativa
cubierta de yodo el alma 
por sí herida."

Escribí este trozo de poema en uno de los separadores de asignaturas de cartón de mi carpeta, cuando era estudiante de 3º de Bup. No tengo ni idea de quién era el autor ni de dónde lo saqué.
Llevo varios días en los que me viene de vez en cuando a la mente. Quizás porque precisamente esté en la "edad media de mi edad". Quizás porque describan mi momento. Esa mezcla de algo novedoso, no muy común a estas alturas de vida, con algo más universal como puede ser la experiencia de un camino que ha dejado huellas en el alma.

Lo novedoso, lo que hace inusual la situación, es la sensación de expectativa. Porque en estas etapas de la vida, normalmente el premio está cantado, la vida hecha. Trabajo, pareja, lugar donde reclinar la cabeza, proyectos más o menos encauzados. No es este mi caso. Todo parece como si estuviera por escribir aun. Y, hoy por hoy, no digo esto de un modo triunfalista, sino con algo de vértigo. La sensación de intemperie tiene una componente de cierto cansancio a estas edades, aunque a la vez te permite dos cosas que pueden ser deseables: por un lado la vivencia del presente de una manera más consciente, porque el presente es lo único que existe, lo único que aparece con meridiana claridad, todo lo demás es difuso. Por otro lado, te hace estar alerta a las distintas señales que pueden ir marcándote el ritmo y el paso, de momento sólo el siguiente e inmediato tramo.

Lo que no es nuevo es la sensación de que en este momento del camino, las cicatrices son hermosas. Que las hay, marcadas y marcando historia. La experiencia de haber salido airoso, aunque herido, de caídas, desvaríos propios y ajenos y sobre todo la huella de cierto cansancio que queda impregnada cuando ha habido virajes bruscos en el rumbo de las formas de vida. Formas de vida que no hay que confundir con el fondo de vida, que creo que siempre ha sido el mismo.

El Yodo del trabajo interior, de todos esos "ángeles entre nosotros", samaritanos de ungüentos y aceites, la medicina del sentirme en las palmas de la mano de algo mayor y hermoso que me acunaba en las noches después de la batalla, la brisa suave y reconfortante de la Ruaj, la belleza como aliciente y bálsamo... han ido haciendo de esas cicatrices un hermoso mapa en mi alma, de tal manera que viéndolo puedo llegar a contemplarme como parte de eso mismo bello que deseaba.





viernes, 11 de diciembre de 2015

Noria

En la noria de tus brazos doy vueltas y más vueltas perdiendo tierra, paso y norte, perdiéndome en un vaivén sin control de lo que es, sin más.
En los recovecos de tu pecho recupero el equilibrio, descanso, llego y me quedo, encuentro mi hogar, mi patria, el paraíso perdido. Tu piel es tierra fértil, perfumada de sí misma, donde siembro mi huellas, mis sueños, mi delirio derramado.
Tu respiración dormida, intensa y serena en mi nuca señalan el punto cumbre y cúspide del aquí y el ahora, en donde todo lo demás desaparece. Todo se concentra en la constelación que forman mi cuello y tu aire.
Nuestros meñiques se funden también en ese punto donde se condensa la vida-
Te hago hueco para que te poses, y vibres si quieres y dances para después dormirte de nuevo, así tan cerca, sin miedos ni centímetros que separen. Me hago cuna para que sueñes que me amas.
Y luego te sigo mirando de perfil y de soslayo, de pasada y de frente, cuando sales de la ducha y cruzas fugaz, cuando no estás, cuando regresas. Cuando regreses.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Si comprendieras lo que es la paz

"Si al menos tú en este día comprendieras lo que conduce a la paz..." Lc 19, 41
Parafraseando el evangelio de hoy.
Habrá que recuperar una de tantas frases hechas que solemos compartir por estos lares y similares:
La paz nace de la justicia. "La paz y la justicia se besan" que nos dirá el Salmo 84.
Y tendremos que dejar de teorizar sobre ello y dejar de apuntarnos al sentimentalismo casposo y creérnoslo de verdad. Que la solución a la guerra y a la violencia, no es más guerra y más violencia, que no son bombas, ni alianzas para bombardear. Que la única solución es la justicia y que la justicia pasa por dejarnos de dobles discursos morales. A saber:
- Queremos el fin de la violencia mientras que seguimos fabricando y vendiendo armas a "los violentos".
- Señalamos como los malos de esta película de ficción mientras, bajo cuerda y por encima de ella les seguimos comprando petróleo.
- Nos interesa que se peleen porque a "río revuelto ganancia de pescadores". 
Para que haya justicia los gerifaltes de esta historia tienen que dejar de seguir embolsándose los millones de lo que sea a costa del pueblo sin futuro.
- Que sean los pueblos los que decidan cómo tienen que gestionarse sus propios recursos.
- Que se potencien otras energías aparte del petróleo. (Y de camino le hacemos un favor a nuestra madre tierra, que sería la mayor justicia de todas).
- Que se tengan en cuenta las minorías culturales, y religiosas, que se revisen la fronteras hechas con papel y boli de intereses espúreos. 
Hacer justicia será tener un nuevo modelo de integración social a dos bandas, donde el recurso de barrio guetto se acabe. Donde se le dé real protagonismo en la construcción de la ciudadanía a las personas inmigrantes de primera, segunda, tercera generación. 
Hacer justicia pasará por un diálogo interreligioso eficaz, afectivo, buscando lo común. Tendrá que haber mensajes contundentes de los líderes religiosos, mensajes de unidad, de tolerancia al diferente.
Por último (por último con respecto a este discurso mío, porque quedarían muchos otras cosas), no se puede olvidar que una de las causas fundamentales de que tantos jóvenes se estén alistando al bando del terror, no sólo tiene que ver con sus condiciones socioeconómicas sino con una radical ausencia de referencias morales, filosóficas, espirituales.
Incido en esta última porque en este caso, lo pretendidamente religioso no tiene nada que ver con lo espirtual. Es necesario volver a dotar de sentido porque el sentido perdido es una de las causas fundamentales para apuntarse a cualquier tipo de ideología nociva y perniciosa.
Es fundamental recuperar la dimensión profunda del ser humano, si no todo será ideología y no habrá más que lucha de unas contra otras. Y, ojo que, incluso la búsqueda de los derechos humanos y de la misma justicia puede convertirse en mero discurso ideológico si no está apoyado en una auténtica profundización en nuestra esencia como seres humanos. Sólo desde ahí se podrá ir proponiendo, sugiriendo. El diálogo que tenga como base esa esencia común a todo ser humano será el único válido para seguir construyendo, para que se acabe el odio y la violencia.

Como vemos, muy al contrario del empleo del recurso rápido y visceral de responder con más violencia, la tarea que se nos ha encomendado es lenta, ardua, y exige una inteligencia emocional y espiritual a las que sólo se accede desde el silencio compartido y la palabra que nace de él, desde volver a hundir las manos en las raíces que nos sostienen.
Si realmente comprendiéramos lo que significa la paz...

jueves, 5 de noviembre de 2015

Las dos colas


En estos días de escapada madrileña, de risas, encuentros, hojas ocres en los árboles y en el suelo, de rastro en la Latina, de café en Malasaña... hay algo que se suma al paisaje urbanita en el que te sumerges más o menos conscientemente y dependiendo de la zona por la que camines: la gente con la que te cruzas, multitud de personas comprando o viendo lo que quisieran comprar. De la sociedad de consumo no hay quien nos libre, forma parte de tejido social y del mismo diseño paisajístico de los centros de las grandes ciudades.
En estos tropiezos nos damos de bruces con la recién estrenada Primark de la Gran Vía. Nos cuenta un amigo que en la inauguración había estado hasta cortada ésta, la más conocida de todas las calles madrileñas, con furgones de la policía incluidos. 
Lo asombroso es que observamos que para poder acceder a la tienda, asentada en un precioso edificio de la citada calle, hay una cola enorme que lo rodea incluso por la calles aledañas. Vallas que separan, y por lo menos unas 15 personas, entre guardias de seguridad y empleados de la multinacional que van tratando de guardar el orden. Todavía más llamativo es que a la gente se le da un ticket de acceso para poder entrar, supongo que un número o algo similar. Poder pasar por la acera donde se sitúa es prácticamente imposible, la cantidad de gente con bolsas con la propaganda de la tienda es incontable. En estas "cavernas" del consumo poco queda que te sorprenda, pero esta visión de "cola para entrar" como si se tratara de un museo, un concierto o un espectáculo de danza resulta abrumador.
Y es que el consumo llega a convertirse en espectáculo por si mismo. El placer de comprar barato, comprar por comprar aunque no se necesite y por supuesto sin cuestionamientos sobre el origen de la ropa (fábricas en países como Bangladesh, donde la condiciones laborales rozan la semiesclavitud) rellena una especie de vacío existencial. O quizás hace de falso relleno, porque el hueco sigue estando. No vamos a entrar en un análisis de las insatisfacciones de nuestra sociedad contemporánea, pero en ellas, la acumulación de objetos ocupa un lugar compensatorio enorme y peligroso. Tampoco entraremos en valoraciones éticas sobre las artes y mañas que permiten que estas marcas en concreto vendan la ropa tan barata.
Luego, quisimos entrar en la exposición de Kandinsky en el edificio Plaza Cibeles y también había una gran cola. Los efectos de esperar una cola, sea la que sea, abarcan un amplio espectro de sensaciones y experiencias más o menos gratificantes. El "espectáculo" que se ofrece en las dos a las que nos estamos refiriendo es bien distinto en cada una de ellas. Sin entrar a juzgar ni a calificar el beneficio del sacrificio de la espera, yo me sigo quedando con el segundo. Porque el arte, sea del tipo que sea, bien merece una cola.


sábado, 24 de octubre de 2015

El canto de Déborah


En la invitación al silencio profundo, podría parecer un insulto a los oídos, una molestia pertinaz que rompiera el ambiente creado. En el acompasado ritmo de la respiración consciente, del placer de sentir la vida que se mueve dentro, tu voz pudiera parecer estentórea... en lo sagrado de ese aquí y ahora, el insistente gorgoteo de tu garganta pudiera desentonar.
Pero no ha sido así. Precisamente el Misterio ha asimilado tu sonido como el mejor de los cantos, haciéndolo suyo, suave y expresivo. Es más, ha sido la forma en la que el Espíritu esta tarde se ha expresado, desapareciendo la dualidad entre el silencio y tu canto, siendo ambos una sola cosa- Ni siquiera el suave murmullo del agua de la fuente ha competido contigo en dulzura y ternura. Al contrario, te ha cedido el puesto.
He querido saber qué querías decirnos desde tu inocencia abstracta y bella, diferente, desde tu peculiaridad perenne y de moldes rotos. Pero no, no has tenido nada que decir. Tan sólo has cantado el canto profundo de los que ven a Dios, inefable, y en el que la mente se diluye sin contenido.
Quiero agradecer tu voz en el silencio porque nos has demostrado hoy que no hay distancias, no hay dos cosas contrapuestas: silencio y sonido, lo normal o lo anormal, lo que vale o lo que no vale... sino una sola expresión de la Vida que se manifiesta en su belleza y esplendor como quiere.

martes, 22 de septiembre de 2015

Sin identidad

A raíz del episodio de Uma Thurman en un bar sevillano disfrazándose de Virgen con corona y manto, leía el comentario de una de tantas personas que se ha sentido escandalizada por el comportamiento de la actriz. En su escrito afectado y dolido, apuntaba a la gran falta de respeto de esta mujer a nuestra identidad sevillana. Y yo me preguntaba sobre quien define lo que es mi identidad, ¿hay alguien con suficiente autoridad o conocimientos para apuntar lo que es identitario?, ¿más allá de notas culturales características, discutibles también, se puede imponer lo que constituye una identidad?. Creo que es necesario hacer una revisión de este concepto en estos tiempos que corren en los que unos enarbolan la bandera de la identidad de un pueblo en contraposición a otras identidades. Posiblemente esta persona, el que reclamaba la identidad "cofradiera" para los sevillanos, también estaría en contra de los que reclaman una identidad cultural, lingüística, histórica como base para la lucha independentista. Sin embargo, la base de ambos reclamos es la misma y puede ser igualmente perversa.
Buscando definiciones de "identidad" nos encontramos con que el contenido semántico está definido desde la contraposición con el otro o lo otro. O sea, la identidad es aquello que nos diferencia del otro o de los otros. Sería el conjunto de características propias que nos hacen único y diferente a otro sujeto o grupo de sujetos con sus propias características. Esto, en el proceso madurativo psicológico de la persona, según los expertos, es algo esencial. El niño necesita diferenciarse de la madre con la que se identifica en sus primeros estadios. Necesita ganarse su identidad, conquistarla en su proceso de individuación. 
Entiendo también que un conjunto de características comunes a un conjunto de personas puede darle una peculiaridad con respecto a otro grupo contrapuesto, pero aquí viene el peligro. En primer lugar, ese conjunto de características es accidental,  son avatares históricos, circunstanciales, y desde mi punto de vista no pueden llegar a constituir una base sólida, con pretensión de absoluto, y mucho menos de esencia de un pueblo. 
Eso no indica que el afecto de un conjunto de personas por esas notas "identitarias" no sea legítimo, pero nunca podrán enarbolarse ni como aspectos cerrados que me diferencian en esencia del otro, ni mucho menos como aquello inalienable y "sagrado" que merezca todo el respeto, como si de la dignidad estuviéramos hablando.
En segundo lugar, ese conjunto de notas características de un pueblo está sujeta a la misma evolución de la historia, de la cultura, etc. Tratar de conservar intactas tradiciones, modos, maneras de disfrutar, arte, expresión es pervertir el mismo concepto de cultura. 
Si la identidad de un pueblo tiene que ver con determinados aspectos culturales discutibles y sujetos al mismo proceso histórico me bajo del carro. Me desapunto de cualquier intento de domesticación de lo que soy o me considero. Si ser sevillano implica ser cofradiero y ofenderse cuando "atentan" contra aquello que constituye tu identidad como tal, me "desapunto" de serlo. 
Esto, llevado a uno de sus extremos puede volver a traer aquella ocurrente idea del "contrato de integración" que proponían algunos partidos políticos referido a las personas inmigrantes. Siempre me preguntaba si los obligarían a beber gazpacho, comer paella, bailar sevillanas o vestirse de mañico por la fiesta del Pilar. 
Sin renunciar a mi historia, a mi lengua, a mi acento, a disfrutar de mis fiestas y paisajes, a nuestra manera de disfrutar de la vida y de entender el ocio... sin prescindir de todo aquello que contribuyó a lo que somos y sintiéndome orgulloso de ello... No pretendan convertir nada de esto en algo inamovible, en nota esencial de lo que soy, no me obliguen a "identificarme" con aquello que no quiero. 
En eso está la base de los totalitarismos, de los nacionalismos, de los independentismos. El "somos distintos en esencia" es altamente peligroso pues nos sitúa enfrente o por encima del otro. Creo que es hora de que hablamos más de lo que nos une que de lo que nos diferencia. En los tiempos que corren hablar de la esencia común no puede ser mala pedagogía.

Más allá de esta reflexión no está mal volver a considerar que la sorna, la burla de símbolos religiosos que para algunas personas constituyen objetos o representaciones relacionadas con lo sagrado sigue siendo una auténtica falta de respeto. Ya di mi opinión con respecto a las caricaturas de Mahoma del Charlie Hebdó y en este asunto, salvando las distancias, pienso lo mismo. La libertad de expresión no está por encima del respeto a aquello que pertenece la iconografía religiosa de un colectivo. (Otro tema de reflexión interesante sería la identificación de lo sagrado o lo trascendente con una corona o un manto, pero no es el caso.
Todo esto, más allá del mál gusto de la señora Uma Turman. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Los burgueses de Calais: La última frontera

Documental de mi amigo Jesús Armesto con el que he tenido la suerte de acercarme de nuevo a las fronteras, en este caso a las del norte. En la ciudad de Calais, existe "the jungle", un campamento de lonas y plásticos en el que más de 4500 sobreviven como pueden con el único sueño de pasar a Reino Unido para vivir una vida mejor.

LOS BURGUESES DE CALAIS, LA ÚLTIMA FRONTERA. -TRAILER- Subtitulado español from ALMUTAFILM on Vimeo.